Trastorno por déficit de atención e hiperactividad en adultos en Australia: cómo su modelo comercial actual para el diagnóstico y tratamiento está fomentando el diagnóstico erróneo

Traducción de Richard CJ Bradlow, Ferghal Armstrong, Edward Ogden. Adult attention deficit hyperactivity disorder in Australia: how its current commercial model for diagnosis and treatment is encouraging misdiagnosis. MJA 2025; 223 (8): 384-386. https://doi.org/10.5694/mja2.70049

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en adultos es un problema de salud pública importante. Puede estar asociado con resultados adversos, como bajo rendimiento educativo, reducción de la productividad, trastornos por consumo de sustancias, participación en actividades delictivas y aumento de la morbilidad y la mortalidad.1

Entre 2013 y 2020, el número de australianos diagnosticados con TDAH se duplicó con creces,2 y para 2022-2023, se recetaron medicamentos para el TDAH a unas 470 000 personas, lo que supone un aumento de aproximadamente el 300 % en diez años.3 Este aumento, especialmente pronunciado entre los adultos, se atribuye a la creciente sensibilización del público,4 amplificada por plataformas de redes sociales como TikTok, donde se ha informado de que los contenidos relacionados con el TDAH han tenido más de 36 000 millones de visitas.3

La mayoría de los adultos con TDAH son diagnosticados por psiquiatras privados. La escasez de servicios públicos para el TDAH suscita serias preocupaciones en cuanto a la equidad de acceso y la posibilidad de que la variabilidad normal del comportamiento se «medicalice».

La creciente prevalencia de los diagnósticos de TDAH y las recetas de estimulantes es controvertida, ya que existe la preocupación de que muchos prescriptores puedan no estar cumpliendo los códigos de prescripción pertinentes. Existe el riesgo de que se atribuyan erróneamente al TDAH problemas psicosociales complejos. Esta última preocupación se basa en la historia de la psiquiatría de ofrecer explicaciones biológicas excesivamente simplificadas a causas psicosociales complejas.

 La mayor disponibilidad de estimulantes en la comunidad ha contribuido a su uso indebido y desviación, especialmente entre adolescentes y adultos jóvenes para actividades de estudio o recreativas. En la encuesta nacional sobre drogas 2022-2023, el 2,1 % de los adultos afirma haber consumido estimulantes recetados con fines no médicos en el último año. El mayor consumo se registró en el grupo de edad de 20 a 29 años, donde el 4,8 % declaró haber consumido medicamentos sin receta en el último año.8 Aunque el aumento de las recetas de estimulantes no ha provocado un incremento de las muertes relacionadas con estos fármacos,9 sí se ha producido un aumento de los ingresos hospitalarios por intoxicaciones relacionadas con estimulantes.10

Importancia del deterioro funcional

El modelo privado de diagnóstico y tratamiento del TDAH en Australia implica que los pacientes a menudo se ven obligados a pagar miles de dólares y pasar tiempo en listas de espera antes de poder ser evaluados.11 Este sistema selecciona a las personas que tienen la capacidad financiera para afrontar los elevados costes médicos y que poseen la paciencia y la capacidad de organización necesarias para navegar por el complicado sistema, lo que posiblemente excluye a las personas que no tienen los medios para acceder a la psiquiatría privada. La Fundación Australiana para el TDAH señala que conseguir una cita con un psiquiatra es «extremadamente difícil» y describe la situación para obtener un diagnóstico y tratamiento como «crítica».12 Problemas psicosociales complejos, como la ansiedad, la depresión o el trauma, pueden atribuirse erróneamente al TDAH sin una exploración adecuada de las causas subyacentes. Esto es más probable en adultos que en niños, ya que las evaluaciones pediátricas suelen incluir información adicional de los padres y profesores. El autodiagnóstico impulsado por las redes sociales, a menudo basado en pruebas simplistas en línea, agrava este problema, ya que estas pruebas carecen del rigor de las evaluaciones exhaustivas. 11  La ausencia de marcadores diagnósticos objetivos aumenta el riesgo de diagnósticos erróneos.

Un criterio diagnóstico clave para el TDAH es la evidencia de un deterioro funcional.13 Dada la controversia en torno al aumento de la prevalencia y el tratamiento del TDAH, el criterio de «deterioro funcional» cobra mayor relevancia. No existen definiciones estandarizadas de «deterioro funcional» ni mecanismos para evaluar las estrategias compensatorias que pueden enmascarar los síntomas (por ejemplo, el apoyo de la pareja, el coaching). Esta ambigüedad facilita la variabilidad diagnóstica y el posible sobrediagnóstico.

El diagnóstico preciso y el tratamiento eficaz del TDAH pueden suponer un cambio transformador para las personas afectadas y sus familias. El tratamiento del TDAH en adultos se asocia con mejoras sustanciales en múltiples ámbitos del funcionamiento social y psicológico.14 Las intervenciones adecuadas reducen los síntomas principales de falta de atención, impulsividad e hiperactividad, lo que se traduce en un mejor rendimiento educativo y laboral, mejores relaciones interpersonales y una mayor calidad de vida. 14

Los beneficios del tratamiento del TDAH en adultos están bien establecidos en los ámbitos clínico, laboral y psicosocial. Un metaanálisis exhaustivo de 113 ensayos controlados aleatorios en los que participaron más de 14 800 adultos confirmó que los medicamentos estimulantes (como el metilfenidato y la lisdexanfetamina) y la atomoxetina no estimulante son eficaces para reducir los síntomas principales del TDAH, con buenos perfiles de aceptabilidad y seguridad. 15 Cuando no se trata, el TDAH se asocia con malos resultados educativos, desempleo, mayor riesgo de trastornos por consumo de sustancias y mayor probabilidad de delincuencia y encarcelamiento.16 18

Paradójicamente, las deficiencias causadas por el TDAH no tratado, en particular la inestabilidad financiera y el mal funcionamiento ejecutivo, dificultan a las personas afectadas el complejo y costoso proceso necesario para obtener un diagnóstico formal.

Un modelo de diagnóstico exclusivamente privado y orientado a los beneficios podría favorecer a las personas con medios económicos y habilidades organizativas bien desarrolladas, rasgos que suelen observarse en personas con un alto nivel de funcionamiento que pueden correr el riesgo de ser sobre diagnosticadas. Por el contrario, aquellas personas cuyo funcionamiento se ve afectado por el TDAH no tratado pueden tener menos probabilidades de acceder a la evaluación y el tratamiento en este sistema.

Por lo tanto, el sistema actual corre el riesgo de sobre diagnosticar el TDAH en personas cuyo funcionamiento relativamente intacto les permite navegar por el proceso de diagnóstico, mientras que al mismo tiempo falla a aquellas cuyas deficiencias son tan graves que no pueden acceder a la evaluación en absoluto.

Las elevadas tarifas afectan al diagnóstico

Dado que la evaluación del TDAH no implica procedimientos más complejos ni requiere más tiempo que la evaluación de otras afecciones de salud mental más complejas no está claro por qué las evaluaciones del TDAH deben ser más costosas. Los psiquiatras que cobran tarifas elevadas por las evaluaciones del TDAH podrían crear involuntariamente una situación en la que los pacientes esperan el diagnóstico y los psiquiatras se sienten presionados para darlo. 11  La proliferación de clínicas en línea para el TDAH que ofrecen una sola sesión, con un seguimiento muy limitado, plantea adicionales preocupaciones éticas.

Soluciones

Para abordar estos retos es necesaria una reforma sistémica, que incluya un mayor énfasis en la discapacidad funcional como criterio diagnóstico. La guía clínica australiana basada en la evidencia para el TDAH, publicada en 2022, ofrece recomendaciones basadas en la evidencia para el diagnóstico y el tratamiento, haciendo hincapié en las evaluaciones exhaustivas. 14

El TDAH tiene una mayor prevalencia en la población psiquiátrica que en la población adulta general.19 Una revisión bibliográfica encontró tasas de prevalencia que oscilaban entre el 6,9 % y el 38,75 %.20 Sin embargo, los servicios públicos de salud mental tienden a ignorar la realidad y rara vez ofrecen tratamiento. La salud pública tiene un papel fundamental a la hora de abordar el reto de formar a los jóvenes psiquiatras y proporcionar una atención de alta calidad a sus pacientes.

Para mejorar el acceso, la salud pública debería crear clínicas especializadas en TDAH dentro de los servicios de salud mental existentes. Esto permitiría formar y acreditar a los médicos generalistas en protocolos de diagnóstico estandarizados del TDAH, con el fin de ampliar la capacidad de los servicios y reducir la dependencia de las costosas evaluaciones del sector privado. Para los pacientes con comorbilidades de salud mental más complejas, se deberían desarrollar vías de evaluación y tratamiento multidisciplinarias.

La salud pública debería dar prioridad a la divulgación entre los grupos marginados, de modo que la evaluación y el tratamiento del TDAH puedan integrarse en los servicios para personas con comorbilidad por consumo de sustancias, implicación en el sistema judicial u otras desventajas sociales.

Las iniciativas de intervención temprana para diagnosticar el TDAH en la infancia, en colaboración con los sectores de la educación y la atención primaria, permitirían identificar antes el deterioro funcional, reducir la carga del TDAH no tratado, mejorar los resultados educativos y ayudar a prevenir consecuencias a largo plazo, como el abuso de sustancias y el encarcelamiento.

Aunque se ha aumentado el acceso a las personas que lo necesitan a través del sistema público, es necesario aumentar la supervisión de las prácticas de las clínicas privadas para reducir el sobrediagnóstico. Esto podría incluir la auditoría de las prácticas de diagnóstico y la adopción de las precauciones adecuadas en la prescripción.

Varias jurisdicciones australianas han anunciado recientemente medidas para permitir que los médicos generales diagnostiquen y traten el TDAH.21 Estos anuncios presagian una formación específica para los profesionales en el reconocimiento del TDAH y sus comorbilidades. La Asociación Australiana de Profesionales del TDAH ha elaborado la guía de práctica clínica basada en la evidencia para el TDAH en Australia, que sienta las bases para una formación coherente y la toma de decisiones clínicas. La aplicación de estas directrices en la práctica comunitaria tiene el potencial de mejorar el acceso a un diagnóstico y un tratamiento oportunos, en particular para los adultos y las personas que viven en zonas regionales o desatendidas, siempre que la formación sea completa y cuente con el apoyo de vías de derivación y supervisión adecuadas. 14 Sin una formación y una supervisión adecuadas, esta solución dirigida por los médicos generales podría correr el riesgo de aumentar el sobrediagnóstico en personas sin discapacidad funcional.

Australia debe avanzar hacia un sistema de atención del TDAH más ético, basado en la evidencia y equitativo. El coste del TDAH en adultos para la comunidad está relacionado con el bajo rendimiento y el fracaso escolar, las dificultades en el trabajo, la participación en delitos y/o el desarrollo de trastornos por consumo de sustancias. En 2019, se estimó que el TDAH le costaba a la comunidad australiana 20 000 millones de dólares al año.17 Un tratamiento excelente del TDAH tiene sentido desde el punto de vista económico y social.

La necesaria reforma de la atención primaria: propuestas desde la heterodoxia

Tipo de sesión: DEBATE Área temática: Línea estratégica 1

14 de noviembre de 2025 Auditorio (planta baja) 11:10 am – 12:10 pm

Moderador: Rafael Bravo Toledo

Resumen: En un contexto de sobrecarga crónica, agotamiento profesional e ineficiencias estructurales persistentes,las reformas tradicionales han fracasado en producir un cambio transformador y duradero. La Atención Primaria no necesita ajustes, sino una reinvención. Esta sesión parte de la premisa de que con soluciones, no necesariamente complejas y desde el pensamiento heterodoxo, pueden surgir propuestas valientes capaces de impulsar la reforma radical que el sistema necesita.

La mesa se abrirá con una intervención de Minna Johansson, médica de familia y directora del grupo de Atención Sanitaria Sostenible de Cochrane, que cuestionará algunas de las bases sobre las que se sustenta la prevención en la Atención Primaria. Su propuesta, sencilla en apariencia, pone en jaque ideas muy arraigadas y dará pie al debate.

A continuación, tres profesionales de atención primaria, con el denominador común de percibir la necesidad de cambio, presentarán ideas estructuradas o improvisadas, reales o utópicas, sensatas o provocadoras, pero todas orientadas a imaginar una nueva atención primaria para el siglo XXI. Desde el exceso de burocracia a los modelos alternativos de gestión, pasando por nuevas formas de organización profesional, el objetivo es agitar el debate y abrir espacios de posibilidad para una reforma real.


Ponentes, por orden de intervención:


Minna Johansson. Médica de familia y directora de Cochrane Sustainable Healthcare. Especialista en prevención, sobreutilización y sostenibilidad del sistema sanitario. Videoconferencia



Mar Sacristán. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. Centro de Salud Paseo Imperial. Madrid



Araceli Rivera. Especialista en enfermería familiar y comunitaria. CS Abrantes. Dirección Asistencial Centro. Madrid. Tutora EIR Familia y Comunitaria. Profesora asociada Ciencias de la Salud UAM.



Jaume Sellarès. Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria. CSIR Sardenya. Centre Universitari de la UIC. Barcelona



#14SEMFyC

https://youtu.be/00z29jLEpVY

Ensayo aleatorio sobre fisioterapia para el desgarro meniscal y el dolor de rodilla

N Engl J Med 2025; 393 (17): 1694-1703 doi: 10.1056/NEJMoa2503385

Antecedentes

La fisioterapia se recomienda habitualmente para el dolor de rodilla atribuido a una rotura meniscal degenerativa, pero su eficacia no ha sido demostrada.

Métodos

Asignamos aleatoriamente a participantes de entre 45 y 85 años con dolor de rodilla, osteoartritis y rotura de menisco a uno de cuatro grupos: ejercicio en casa (programa de ejercicio en casa de 3 meses), ejercicio en casa más mensajes de texto para fomentar la adherencia al ejercicio, ejercicio en casa más mensajes de texto más fisioterapia simulada (terapia manual simulada en la clínica y terapia de ultrasonidos simulada) y ejercicio en casa más mensajes de texto más fisioterapia estándar (ejercicios supervisados de fortalecimiento, funcionales y de estiramiento y terapia manual).

La variable de resultado principal (primary outcome) fue el cambio en la puntuación en el cuestionario Knee Injury and Osteoarthritis Outcome Score (KOOS), subcuestionario de dolor (rango, 0 a 100, donde las puntuaciones más altas indican más dolor) entre el inicio y los 3 meses, con ajuste por el centro donde se realiza el ensayo, la subpuntuación de dolor de la KOOS al inicio y el grado radiográfico.

Resultados

Un total de 879 participantes fueron asignados aleatoriamente (edad media [± DE], 59,2 ± 7,8 años). La diferencia en los cambios a los 3 meses en la subpuntuación de dolor del KOOS entre el ejercicio en casa y el ejercicio en casa más mensajes de texto fue de −0,1 puntos (intervalo de confianza [IC] del 98,3 %, −3,8 a 3,7) y entre el ejercicio en casa y el ejercicio en casa más mensajes de texto más fisioterapia estándar fue de 2,5 puntos (IC del 98,3 %, −1,3 a 6,2); la diferencia entre el ejercicio en casa más mensajes de texto y el ejercicio en casa más mensajes de texto más fisioterapia estándar fue de 2,5 puntos (IC del 98,3 %, −1,4 a 6,5). Los acontecimientos adversos fueron en general leves y se distribuyeron de manera uniforme entre los grupos.

Conclusiones

En pacientes con rotura degenerativa del menisco y dolor de rodilla, la incorporación de fisioterapia o mensajes de texto para fomentar la adherencia a los ejercicios en casa no resultó superior al programa de ejercicios en casa por sí solo en cuanto a la reducción del dolor.

El aumento de los diagnósticos de autismo y TDAH: ¿Qué hay detrás de las cifras?

por Sebastian Lundström, Katalin Niklasson, Michelle Nilsson, Maria Råstam, Allan Lidström, Peik Gustafsson, Rose-Marie Lindkvist, Sophia Eberhard & Lena Eriksson. Traducción no autorizada de The rise of autism and ADHD diagnoses: What’s Behind the Numbers?

Durante las últimas décadas, se ha producido un aumento espectacular en el número de diagnósticos de trastorno del espectro autista (TEA) y trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Para comprender el aumento de la prevalencia y sus consecuencias, es necesario tener en cuenta varios factores médicos y sociales interrelacionados. Probablemente, los cinco más importantes son los siguientes.

  1. El TEA y el TDAH se consideran hoy en día el extremo de una distribución de rasgos, sin una demarcación clara entre las personas con y sin diagnóstico, y con una sintomatología que va y viene.
  2. Los cambios y la ampliación de los criterios de diagnóstico explican una parte sustancial del aumento observado en la prevalencia.
  3. La sustitución diagnóstica entre los trastornos psiquiátricos explica hasta un tercio del aumento del TEA y probablemente una proporción sustancial del TDAH.
  4. El acceso a los servicios de apoyo escolar o de educación especial, así como al apoyo familiar y social, suele depender de la recepción de un diagnóstico, independientemente de que este se ajuste o no a la normativa nacional. En consonancia con esto, un estudio realizado en Australia reveló que hasta un 20 % de los médicos habían asignado un diagnóstico de TEA a personas que en realidad no cumplían los criterios diagnósticos, con el fin de garantizarles el acceso a los servicios sociales.
  5. La disminución del estigma que rodea a las etiquetas diagnósticas puede ser un factor determinante para que los padres soliciten evaluaciones diagnósticas.
  6. Un estudio prospectivo basado en la población de gemelos reveló que, si bien el número de síntomas de TEA y TDAH se mantuvo estable, el número de casos registrados de TEA aumentó de manera constante durante un período de 10 años. De manera similar, nuestro grupo ha demostrado que ahora parecen ser necesarios considerablemente menos síntomas para un diagnóstico clínico de TEA o TDAH. El número medio de síntomas autistas entre los niños de 6 a 12 años diagnosticados clínicamente con TEA ha disminuido en un 50 % durante la misma década, y en el caso del TDAH, la cifra correspondiente es del 60 % entre los niños de 10 a 15 años. También hemos mostrado que los efectos negativos sobre la salud mental asociados a estos síntomas de TEA y TDAH han aumentado aproximadamente un 50 % en comparación con hace 10 años. Por lo tanto, en igualdad de condiciones, tener rasgos autistas y/o de TDAH relativamente leves hoy en día parece ser más perjudicial para la salud mental y la capacidad funcional que hace diez o veinte años, aunque se desconocen las razones de este cambio.

Si se tienen en cuenta todos estos puntos, parece razonable suponer que gran parte, o incluso la mayor parte, del aumento de la prevalencia del TEA y el TDAH refleja cambios en la práctica diagnóstica y la determinación, más que un aumento real de los trastornos del desarrollo neurológico.

Al mismo tiempo, los académicos han expresado su preocupación por la creciente brecha entre la prevalencia diagnóstica y las expectativas epidemiológicas. A medida que se amplían los límites diagnósticos, las personas con diferencias funcionales relativamente menores pasan cada vez más a formar parte de la categoría de «trastornos del desarrollo neurológico». Aquellos cuyas experiencias se acercan a los umbrales diagnósticos ponen de relieve una tensión central en la expansión diagnóstica: la misma clasificación que puede garantizar el acceso al apoyo necesario en la infancia puede limitar posteriormente la participación en la vida adulta. Cuando instituciones como escuelas, empleadores o autoridades reguladoras utilizan los diagnósticos para gestionar el acceso y la elegibilidad, estas categorías se convierten tanto en puertas de acceso como en barreras, fuentes de inclusión y exclusión que persisten en el tiempo.

Entre 2023 y 2025, se llevó a cabo un proyecto piloto dentro de la psiquiatría infantil y adolescente en la región de Skåne, Suecia, centrado en personas que solicitaban una reevaluación de sus diagnósticos de TEA y/o TDAH. El proyecto surgió a raíz de la observación de que los servicios de salud de la región, y de todo el país, reciben regularmente solicitudes de personas que ya no desean conservar estos diagnósticos. Actualmente, no existe una vía clínica establecida para gestionar este tipo de solicitudes.

A partir de 2023, se invitó a participar en el proyecto piloto a personas mayores de 16 años, residentes en la región y que desearan que se reevaluaran sus diagnósticos de TEA y/o TDAH. La iniciativa fue una colaboración entre el proveedor regional de atención médica pública (Región de Skåne), la Universidad de Lund y la Universidad de Gotemburgo. Su objetivo era evaluar la necesidad y la estructura potencial de una rutina para la reevaluación de los diagnósticos de TEA y/o TDAH. Se incluyó a 74 personas, de las cuales las primeras catorce participaron en entrevistas cualitativas voluntarias en las que se exploraron sus motivaciones y razones para solicitar la reevaluación. Los participantes tenían entre 17 y 30 años.

Las entrevistas revelaron una amplia gama de experiencias y perspectivas entre los participantes que buscaban una reevaluación de sus diagnósticos de TDAH y/o autismo. Los entrevistados describieron una dualidad persistente. Sus diagnósticos les habían proporcionado en su momento acceso a formas esenciales de apoyo, pero más tarde llegaron a limitar sus oportunidades en materia de educación, empleo y atención sanitaria. Varios participantes recordaron que el diagnóstico funcionó inicialmente como una herramienta práctica, abriéndoles las puertas a adaptaciones educativas, ayudas económicas o asistencia social a las que de otro modo no habrían tenido acceso. Al mismo tiempo, esa misma clasificación se convirtió más tarde en un obstáculo en la vida adulta, resurgiendo en entornos como las solicitudes de empleo, la educación superior o el reclutamiento militar.

Muchos relataron cómo sus padres o profesores iniciaron sus evaluaciones originales en respuesta a comportamientos considerados problemáticos o inusuales. Algunos aceptaron estos primeros esfuerzos como bienintencionados, mientras que otros recordaban haberse sentido confundidos o presionados en un proceso que no reflejaba su propia comprensión. Varios participantes señalaron que los comportamientos que llevaron al diagnóstico, como la inquietud o el aislamiento, también podían entenderse como respuestas a circunstancias vitales difíciles, como traumas, estrés o entornos familiares inestables. El proceso de evaluación en sí mismo se describió a menudo como opaco e impulsado por los adultos, lo que dejaba poco espacio para la perspectiva del propio niño.

Las consecuencias de recibir un diagnóstico se describieron como facilitadoras y limitantes. Por un lado, algunos participantes obtuvieron acceso a recursos y apoyo que mejoraron su situación escolar y su bienestar. Por otro lado, algunos participantes describieron cómo el diagnóstico había desviado la atención de cuestiones más urgentes, había dado lugar a intervenciones no deseadas (como la medicación o la segregación escolar) o había contribuido a la estigmatización y a la sensación de ser fundamentalmente diferentes o deficientes. Varios participantes informaron de que su diagnóstico les siguió acompañando hasta la edad adulta, condicionando la percepción de los demás y limitando sus oportunidades.

En conclusión, el aumento de la prevalencia de los diagnósticos de TEA y TDAH en Suecia parece reflejar cambios en la práctica diagnóstica y en los incentivos sociales, más que un aumento real de los rasgos subyacentes del desarrollo neurológico. Las experiencias de las personas que tratan de revertir sus diagnósticos ponen de relieve el poder social e institucional que siguen teniendo las etiquetas diagnósticas fuera del sistema sanitario, lo que destaca la necesidad de adoptar enfoques reflexivos y éticos para la evaluación, el seguimiento y la reevaluación en la atención psiquiátrica.

Sebastian Lundström (sebastian.lundstrom@neuro.gu.se) es psicólogo clínico y profesor de ciencias psiquiátricas infantiles y adolescentes. Está afiliado a la Universidad de Gotemburgo y a la Universidad de Lund en Suecia y ejerce clínicamente en la región de Skåne, Suecia. Todos los autores participan en el proyecto de reevaluación descrito anteriormente; KN, MR, PG y SE están afiliados a la Universidad de Lund, AL y LE están afiliados a la Universidad de Gotemburgo, y MN es el representante de la organización Swedish Partnership for Mental Health (Asociación Sueca para la Salud Mental).

Seamos humildes: ni los antibióticos ni las vacunas son “balas mágicas” (y por ello conviene su uso racional).

Por Juan Gérvas, médico general rural jubilado, Equipo CESCA, Madrid, España. Exprofesor de salud pública, universidad Jonhs Hopkins, Estados Unidos y Universidad Autónoma de Madrid, España

jjgervas@gmail.com  www.equipocesca.org  @JuanGrvas

y Mercedes Pérez-Fernández, especialista en Medicina Interna, médica general jubilada, Equipo CESCA, Madrid, España. mpf1945@gmail.com

Introducción

«Bala mágica» en medicina (magic bullet en ingles) es un término acuñado por el médico alemán Paul Ehrlich para referirse a los «agentes terapéuticos ideales» que actuarían de forma específica contra un patógeno en particular sin ocasionar daños en las células humanas. Es la idea de “toxicidad selectiva”: matar al germen y resultar inocuo para el organismo infectado.

Salvarsán

Han pasado más de cien años desde la primera “bala mágica” descubierta por el propio Paul Ehrlich, el agente #606, comercializado en 1910 por el laboratorio Hoechst como “Salvarsán” y empleado con éxito en el tratamiento de la sífilis.

Casi de inmediato fueron evidentes sus efectos adversos: vómitos, necrosis en piel, fiebre, ceguera, sordera, parálisis… ¡Incluso muerte! (1 de cada 200 pacientes tratados). Así pues, el éxito revolucionario frente a la sífilis, el inicio de la historia de la quimioterapia, se acompañó del fracaso del ideal de la “bala mágica”.

Penicilina

Volvió el entusiasmo sobre la “bala mágica” con los antibióticos, con la penicilina de Alexander Fleming, descubierta en 1928 y comercializada a gran escala a partir de 1944, que llevó a soñar con la superación de la mortalidad causada por las enfermedades infecciosas.

Pero ya el propio Alexander Fleming advirtió del problema de las resistencias bacterianas (la “bala mágica” provocaba la evolución bacteriana a formas resistentes al antibiótico, un efecto que daña a terceros, una externalidad negativa).

A la resistencia bacteriana se le añadieron los efectos adversos individuales como erupciones cutáneas, diarrea, cefalea, alergia (hasta angioedema y anafilaxia) e infección por Clostridium difficile (al eliminar las bacterias que dificultan su crecimiento). Los antibióticos tampoco son “balas mágicas”. Los quimioterápicos y antibióticos son medicamentos y, como tales, precisan de un uso racional, de una utilización apropiada. En general, para valorar las intervenciones médicas, la clave es:

1/ sí funcionan (producen más beneficios que daños) en el caso concreto.

y 2/ si son necesarias.

Vacunas

Frente a las infecciones, el éxito de los antimicrobianos se sumó al de las vacunas (a lo largo de los siglos XIX, XX y XXI). La edad “dorada” se dio con la efectiva erradicación de la viruela en 1979 mediante el uso de la vacuna, experimentada por primera vez en 1796 por Edward Jenner. Sin embargo, como demostró el uso militar de la vacuna de la viruela a comienzos del siglo XXI, su utilización tiene importantes efectos secundarios cardíacos [1]. En realidad, todas las vacunas tienen efectos secundarios individuales (no dejan de ser medicamentos) y muchas tienen externalidad negativa.

Vacunas: efectos adversos individuales

Por ejemplo, la vacuna del sarampión produce una encefalitis por millón de vacunados [2]. La vacuna de la gripe produce Guillain-Barré con incidencia de tres por millón, y la vacuna del papiloma, dos por millón [3]. La vacuna de la fiebre Q puede dañar gravemente a quien ya haya pasado la enfermedad [4]. La vacuna de la fiebre amarilla hay que evitarla en mayores de 60 años, por los gravísimos efectos adversos [5]. Etc.

Vacunas: efectos adversos en poblaciones

Respecto a la externalidad negativa (daño a terceros), por ejemplo, la vacuna de la tosferina ha provocado la evolución de la bacteria a formas más agresivas y dañinas.

En otro ejemplo, el uso de las vacunas contra los neumococos también conlleva la selección de cepas que “escapan” a las mismas [6].

Respecto a la vacuna de la polio, en 2024 hubo 99 casos de polio por virus “salvaje” en el mundo, básicamente en Afganistán y Pakistán, y 280 casos por virus derivados de la vacuna de la polio (básicamente cVDPV2) [7].

La vacuna triple vírica está desaconsejada en las embarazadas, por el daño al embrión-feto.

Etc.

La vacunas tampoco son balas mágicas. Las  vacunas son medicamentos y, como tales, precisan de un uso racional, de una utilización apropiada en personas y poblaciones. En general, respecto a las intervenciones médicas lo clave es 1/ si funcionan (producen más beneficios que daños) en el caso concreto y 2/ si son necesarias


Vacunancia (cuando las vacunas se convierten en ídolos)

El sueño de la “bala mágica”, de la “toxicidad selectiva”, persiste en nuestros días y, por ejemplo, en 2015 la Unión Europea financió con dos millones de euros un proyecto de investigación titulado justo “zaurberkugel” (“bala mágica”), presentado literalmente como la realización del sueño de Paul Erlich, en este caso matar las células enfermas sin lesionar las sanas: “Fulfilling Paul Ehrlich’s Dream: therapeutics with activity on demand. What if we could kill diseased cells without harming normal tissues?”[8].

Respecto a las vacunas, tal sueño es lo que denominamos “vacunancia”.

Es vacunancia la visión mágica de las vacunas, una idolatría y fascinación que hechiza y las convierte en medicamentos milagrosos, en “balas mágicas” con beneficios extraordinarios y daños escasos, si alguno. Mediante vacunancia, las vacunas se convierten en ídolos todopoderosos sobre los que sólo caben términos elogiosos y ninguna valoración excepto la adoración.

Ejemplos de vacunancia

Es vacunancia, por ejemplo, el censurar un artículo sobre vacunas porque hace constar que: “Siendo necesaria, la vacuna del sarampión sólo añade 0,16 días de vida en las poblaciones de los países desarrollados”. [9]

¡Está prohibido por vacunancia el poner las vacunas en contexto!

Por supuesto, la vacuna del sarampión es necesaria, y en la población de un país desarrollado le puede librar de encefalitis e incluso de la muerte a alguna persona (100% de beneficio personal) pero no podemos olvidar que a alguien le producirá una encefalitis que lleve a una minusvalía de por vida del 92% (y que, en España, tarde 17 años en conseguir una mínima compensación) [10].

También es vacunancia el comenzar un artículo sobre vacunas hablando de riesgos, tipo: “Según el Consejo Nacional de Seguridad [EEUU], el riesgo de morir en un accidente automovilístico a lo largo de la vida en 2023 era de 1 en 95, poco más del 1 %. A pesar de ello, la mayoría de nosotros conducimos a diario”[11].

¡Lleva a suponer que se aceptarían vacunas inútiles si tuvieran un riesgo cero de causar muerte!

En vacunancia ya se sabe: «Todo efecto beneficioso es causal. Todo daño es casualidad».

En vacunancia los beneficios tienen causa unívoca (la vacuna), sin ninguna duda, mientras los daños tienen multicasualidad y causas discutibles (nunca la vacuna).

No tomarás el nombre de vacuna en vano

Es típico de la vacunancia el atribuir a las nuevas vacunas el valor de las primeras, el asimilar la vacuna covid, vacuna gripe, vacuna sincitial, vacuna herpes zóster, vacuna papiloma, vacuna meningitis B, vacuna rotavirus, etc, al núcleo sistemático esencial de vacunas muy baratas, muy seguras y de eficacia poblacional (viruela, poliomielitis, sarampión, tos ferina, difteria, rubeola, parotiditis, tétanos).

La vacunancia lleva al uso abusivo de la palabra «vacuna», que utiliza en vano.

Según la vacunancia el uso racional de las vacunas es utilizarlas todas pues hay tres dogmas clave y no discutibles, que se cumplen siempre respecto a toda vacuna en toda situación: “las vacunas salvan vidas”, son «seguras y eficaces» y “las vacunas funcionan”.

Conclusión

El impacto global de las actividades sanitarias supone aproximadamente el 10% del total de la mejora en salud poblacional [12], y fue y es muy importante el aporte concreto de vacunas, antibióticos, antivirales, quimioterápicos y otros medicamentos contra los gérmenes.

Las vacunas son medicamentos y, como tales, conviene utilizarlas apropiadamente.

La vacunancia niega el debate científico y ético sobre el mejor uso de las vacunas, sobre su efecto en evitar sufrimiento y muertes cuando se utilizan adecuadamente las eficientes.

Mucha vacunancia se sostiene con estudios que no corrigen el sesgo de sano vacunado y no siguen a largo plazo los efectos adversos. Si la vacunancia admite alguna sugerencia crítica es sólo después de haber perdido perdón con una introducción de alabanza vacunal lo que resulta ridículo desde el punto de vista científico (es como si al proponer el tratamiento con antibióticos de la apendicitis tuviéramos que hacer balance de los millones de muerte que han evitado los cirujanos con la apendicectomía). Seamos humildes, ni antibióticos ni vacunas son “balas mágicas”, aunque no deje de asombrar su eficacia cuando se utilizan apropiadamente.


[1] Monitoring the Safety of a Smallpox Vaccination Program in the United States: Report of the Joint Smallpox Vaccine Safety Working Group of the Advisory Committee on Immunization Practices and the Armed Forces Epidemiological Board. https://academic.oup.com/milmed/article-abstract/172/4/353/4578005?login=false

[2] Vacuna triple vírica y encefalitis. https://vacunasaep.org/familias/pregunta-al-cav/sarampion-vacuna/vacuna-triple-virica-y-encefalitis

[3] Population-Based Incidence of Guillain-Barré Syndrome During Mass Immunization With Viral Vaccines: A Pooled Analysis.  https://www.frontiersin.org/journals/immunology/articles/10.3389/fimmu.2022.782198/full

[4] Q fever. https://immunisationhandbook.health.gov.au/contents/vaccine-preventable-diseases/q-fever#recommendations

[5] A Systematic Review and a Meta-Analysis of the Yellow Fever Vaccine in the Elderly Population. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC9147422/

[6] Gráficos ingenuos y falsos sobre la inmunidad de rebaño. https://saludineroap.blogspot.com/2018/08/graficos-sobre-la-inmunidad-de.html

[7] Why CDC is Working to End Polio Globally. https://www.cdc.gov/global-polio-vaccination/why/index.html

[8] Fulfilling Paul Ehrlich’s Dream: therapeutics with activity on demand. https://cordis.europa.eu/project/id/670603

[9] Gains in life expectancy from medical interventions–standardizing data on outcomes. https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJM199808063390606

[10]Condena al Sacyl por no dar CI en la vacuna de la triple vírica. Minusvalía del 92%, ,vacuna en 1992, sentencia en 2012. https://socinorte.com/condena-al-sacyl-por-no-dar-ci-en-la-vacuna-de-la-triple-virica/

[11] Risk and benefit. https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMe2513817?query=TOC

[12] Contributions of health care to longevity: A review of 4 estimation methods. Annals of Family Medicine, 17(3), 267–272. https://doi.org/10.1370/afm.2394

Retos y oportunidades para la práctica generalista en la era de la tecnología y la IA

Está a punto de publicarse un más que interesante artículo titulado Challenges and opportunities for generalist practice in the era of technology and Al de F. BorrellCarriö y Josep Vidal Alaball en Revista Clínica Española.

He tenido la fortuna de poder leerlo y entre Perplexity y yo, hemos hecho un resumen.

Resumen

El artículo aborda cómo la medicina que ejercen los generalistas puede experimentar una transformación (los autores lo dan como hecho) gracias a tres pilares fundamentales:

  • Formación continuada enfocada en la adquisición de hábitos clínicos sólidos y adaptativos,
  • Integración de tecnología avanzada al alcance de todos los profesionales (desde dispositivos diagnósticos portátiles hasta sistemas de telemedicina)
  • Aparición de la inteligencia artificial (IA) como soporte en la reflexión y toma de decisiones clínicas personalizadas.

Supongo que ese último apartado se podía haber incluido en el segundo; al fin y al cabo, la IA es tecnología avanzada, o al menos así lo queremos seguir considerándola.

Pero veamos estos tres pilares con detalle:

1. Formación continuada para modificar hábitos clínicos

Se recalca que, una vez que el acceso al conocimiento está democratizado, el diferencial profesional radica en los hábitos de reflexión y los hábitos clínico-comunicacionales. El desarrollo de hábitos inteligentes —capaces de adaptarse a entornos complejos y siempre basados en las necesidades y valores individuales de los pacientes— (debe) representar el eje de la formación. La formación continuada no debe limitarse a la adquisición de información, sino transformar la práctica clínica mediante ejercicios de reflexión sobre valores, seguridad clínica y comunicación.

Se proponen estrategias formativas tanto institucionales (laboratorios de habilidades clínicas, simulaciones, escenarios de resolución de problemas, entrenamiento en flexibilidad cognitiva y metacognición) como individuales (grabación de consultas, feedback con expertos, consultas compartidas periódicas).

2. Disponibilidad e integración de tecnología avanzada

El profesional generalista del siglo XXI debe disponer (poseer, según los autores) de un set de herramientas tecnológicas fundamentales: estetoscopio digital, ecógrafo de bolsillo, endoscopio digital, electrocardiógrafo portátil, oxímetro avanzado, dermatoscopio espirómetro digital, acceso a telemedicina (síncrona y asíncrona), así como pruebas de laboratorio rápidas para uso en consulta. Estas herramientas deben incorporar tecnología de IA para facilitar diagnósticos, monitorización y toma de decisiones.

A nivel institucional, la IA debe aprovecharse para optimizar procesos organizativos (como agendas inteligentes adaptadas a la complejidad de los pacientes, análisis de adherencia terapéutica, monitorización poblacional). Garantizar la equidad en el acceso y uso de la tecnología, así como la actualización y adquisición de competencias técnicas, requiere políticas institucionales y acuerdos con entidades para facilitar formación y adquisición de herramientas.

3. La IA como ayuda para la reflexión clínica personalizada

La inteligencia artificial puede actuar como consultora clínica, supervisora de la práctica profesional y como instrumento de análisis poblacional. Puede recomendar medidas preventivas personalizadas, evaluar adherencia, detectar enfermedades no diagnosticadas, identificar interacciones farmacológicas y predecir riesgos en pacientes vulnerables.

La aplicación efectiva de la IA requiere validación rigurosa de las herramientas disponibles, con avales de calidad y seguridad clínica. Se recomienda a los profesionales seleccionar sistemas y bots adaptados a sus necesidades y acreditados por expertos, sin depender únicamente de la administración, ¡ojo a la recomendación!

4. Falacias, riesgos y precauciones

El artículo desmonta mitos recurrentes, como la creencia de que la IA reemplazará la necesidad de formación continua en los médicos, o que los médicos serán menos responsables de los resultados clínicos por seguir indicaciones de IA. Al contrario, el médico debe ser un intérprete experto de la información generada por la IA, aportando juicio clínico, experiencia y visión sistémica del paciente en su contexto biopsicosocial. La responsabilidad clínica sigue residiendo plenamente en el profesional.

El texto también señala el riesgo de que los sistemas de IA desarrollados únicamente a nivel local pueden quedar obsoletos o ser menos competitivos que soluciones internacionales, recomendando acuerdos y estándares de calidad para su adopción.

Como conclusiones, se incluyen los siguientes puntos y recomendaciones, no todas soportadas explícitamente en el texto: ¿Mala jugada de Perplexity?

  • Promover la formación continuada, activa y contextualizada.
  • Facilitar el acceso a tecnología tanto desde el ámbito institucional como favoreciendo y apoyando el individual.
  • Priorizar la validación y seguridad de herramientas de IA.
  • Fomentar un ejercicio clínico reflexivo, personalizando la medicina basada en evidencia.
  • No abandonar los instrumentos clásicos (como la exploración física y la anamnesis exhaustiva) como elementos de “tecnología de punta”.

Sin olvidar que la tecnología, incluida la IA, debe orientarse siempre a potenciar la competencia clínica, la seguridad del paciente y la calidad humana de la atención.

Claves para la sostenibilidad y liderazgo estratégico de la atención primaria

Rescatar un ensayo no significativo con un metanálisis

Traducción del original: Rescuing a Non-Significant Trial with A Meta-Analysis por John Mandrola publicado en Sensible Medicine

Se ha demostrado que los inhibidores del cotransportador de sodio-glucosa tipo 2 (o iSGLT2) mejoran los resultados en pacientes con insuficiencia cardíaca (IC), principalmente en aquellos con función sistólica reducida. Estos son la cuarta de las cuatro clases de fármacos para pacientes con IC; las otras tres son los inhibidores de la renina-angiotensina, los betabloqueantes y los antagonistas de los receptores mineralocorticoides.

Los iSGLT2i suelen ser el último fármaco que se añade y, a menudo, se omiten. Las razones del menor uso de los iSGLT2 en comparación con los demás fármacos para la IC probablemente estén relacionadas con: a) que son los más recientes y su adopción es lenta en medicina, b) sus costes más elevados y c) la percepción de que su efecto es menor que el de los demás fármacos. (La dapagliflozina en el estudio DAPA HF mostró una fuerte señal de menor mortalidad cardiovascular y mortalidad por todas las causas, pero la empagliflozina en el estudio EMPEROR REDUCED no logró demostrar una reducción de la mortalidad cardiovascular o por todas las causas).

Una forma de vender más productos es animar a los médicos a que empiecen a recetar su medicamento pronto, mientras el paciente todavía está en el hospital. La idea es que si el medicamento aparece en la hoja de alta, es más probable que se siga usando. Pero… en el importante ensayo DAPA HF, hubo un periodo de selección de dos semanas antes de inscribirse, como pacientes ambulatorios.


El objetivo del ensayo DAPA ACT HF-TIMI 68 fue probar la eficacia y seguridad del inicio hospitalario de dapagliflozina en pacientes con IC.

Los investigadores asignaron aleatoriamente a unos 2400 pacientes a recibir dapaglifozina o placebo.

El resultado primario de eficacia, definido como muerte CV o empeoramiento de la IC a los 2 meses, se produjo en el 10,9 % del grupo tratado con dapagliflozina frente al 12,7 % del grupo tratado con placebo Hazard Ratio (HR 0,86; IC del 95 %, 0,68-1,08; p = 0,20).

Los componentes individuales del criterio principal (empeoramiento de la IC y ECV) tampoco fueron significativos. La mortalidad por todas las causas tuvo una HR de 0,66, IC del 95 %: 0,43-1,00.

Los eventos de seguridad, incluyendo la presión arterial baja y el empeoramiento de la función renal, fueron ligeramente superiores en el grupo tratado con dapagliflozina. Los eventos adversos que llevaron a la interrupción del fármaco del estudio fueron del 3,6 % frente al 2,2 %, dapagliflozina frente a placebo.


Hagamos una pausa aquí y veamos qué conclusión sacaría usted:

Podría concluir que, a pesar de aleatorizar a más de 1200 pacientes por grupo, de los cuales aproximadamente 1 de cada 10 tuvo un evento de resultado primario, no hubo diferencias significativas en el criterio de valoración primario.

También podría señalar la incertidumbre en el tamaño del efecto. La reducción del 14 % en los eventos cardiovasculares y de insuficiencia cardíaca puede ser clínicamente significativa y el límite inferior del intervalo de confianza del 95 % mantiene la posibilidad de una reducción del 32 %. (Pero también mantiene la posibilidad de que la dapagliflozina sea un 8 % peor).

Con todo, según todos los estándares, este fue un ensayo no significativo. No podemos afirmar que el inicio temprano de la dapagliflozina sea eficaz.

Esto no es exactamente lo que concluyeron los autores.

Añadieron un metaanálisis adicional en el que se combinaron los resultados no significativos de este ensayo con un subgrupo de pacientes de un ensayo y otro ensayo no significativo. Los resultados de esta combinación arrojaron una reducción del 29 % en el criterio de valoración compuesto de eventos cardiovasculares/insuficiencia cardíaca.

Esto permitió a los autores añadir esta frase a las conclusiones:

Sin embargo, la totalidad de los datos de los ensayos clínicos aleatorizados sugiere que el inicio del tratamiento con SGLT2i durante la hospitalización puede reducir el riesgo temprano de muerte cardiovascular o empeoramiento de la IC y de mortalidad por todas las causas.

Los dos ensayos añadidos: el ensayo SOLOIST de sotagliflozina contó con un subgrupo de pacientes que iniciaron el tratamiento en el hospital. Y el ensayo EMPULSE probó el inicio del tratamiento con empagliflozina en el hospital. El tamaño de los grupos SOLOIST y EMPULSE fue menor que el del ensayo DAPA ACT HF-TIMI 68.

Los autores justifican esta medida declarando que el metaanálisis estaba preespecificado en el protocolo. Pero no estoy seguro de que se utilizara exactamente como estaba preespecificado. En el documento de justificación del ensayo escriben que

Se utilizará como distribución a priori informativa un metaanálisis a nivel de ensayo de los datos de ensayos publicados sobre SGLT2i en pacientes con IC aguda.

La parte en cursiva implica que utilizarán el metaanálisis para informar una distribución de probabilidad a priori para un análisis bayesiano. Esto no se hizo en el artículo principal. En su lugar, los autores simplemente sumaron los ensayos para obtener un efecto total. Esto no es en absoluto un análisis bayesiano.

Eso me hace plantearme ciertas cuestiones. Cuestiones en las que preferiría no pensar.

El otro problema de este enfoque es que se trata de spin (nota: ver manipulación). Spin (manipulación) se define como un lenguaje que distrae la atención de un resultado primario no significativo. Añadir el metaanálisis desvía la atención de los lectores del resultado primario no significativo.

Los ensayos deben ser independientes. Se pueden metaanalizar los ensayos con poca potencia estadística en un artículo aparte. Existe un gran debate en los círculos de la evidencia sobre si los usuarios de la evidencia deben dar más peso a los ensayos individuales o a la combinación de ensayos.

Aquí veo un ensayo grande y bien realizado con resultados nulos, y más eventos de seguridad en el grupo tratado con dapagliflozina. Le doy más importancia a eso que a la combinación post hoc.

Una nota al margen: ignoren la señal de mortalidad por todas las causas, porque es ruido. Si los inhibidores de SGLT2 redujeran la mortalidad, tendría que ser a través de la reducción de las ECV o la IC. Es más, no hay datos previos que sugieran que los SGLT2i salven vidas en los dos primeros meses.

Otra cuestión es que los otros dos ensayos combinados en el metaanálisis eran sustancialmente diferentes del ensayo principal. SOLOIST estudió un fármaco diferente e incluyó a pacientes con diabetes. EMPULSE también estudió un fármaco diferente y tenía criterios de valoración diferentes. Combinar ensayos con procedimientos diferentes no es lo ideal.

Conclusión

La primera lección es tener cuidado cuando los autores y la industria intentan salvar un ensayo no significativo con un metaanálisis de otros ensayos, ya sea preespecificado o no. Esto es manipulación. No me gusta.

La segunda lección es que no hay prisa por iniciar el tratamiento con SGLT2i en el hospital. Se trata de la clase de fármacos más cara. Ensayos anteriores han demostrado los beneficios de iniciar el tratamiento en pacientes ambulatorios, y creo que debemos seguir así.

San Roque y la longitudinalidad

Este verano, en concreto, la noche del 15 al 16 de agosto, esperábamos al cura que con su oración iniciaría la procesión de San Roque. Esta procesión con su correspondiente baile de la jota es una tradición del pueblo burgalés donde acudo puntualmente todos los años; no en vano es el pueblo de mi mujer, así que nobleza y alguna cosa más, obliga. Como quiera que el cura se demoraba, pregunté a uno de la peña que, si le pasaba algo a Don Pedro, este me contestó: Don Pedro ya no está; lo trasladaron el año pasado a Pancorbo. Anda, comente, qué raro, si tampoco llevaba mucho tiempo en el pueblo. Ya eso es, pero aquí cada cierto tiempo cambian los curas; el de ahora vive en otro pueblo y para estas cosas (San Roque) no se desplaza.

Me quedé con cara de pánfilo; siempre había pensado que, si había alguna “profesión” donde la longitudinalidad era casi imprescindible, era la de médico y la de cura.

Parece que el arzobispo de Burgos ha hecho el mismo máster que nuestros directivos de primaria; no solo no fomentan este atributo fundamental de la atención médica (y pastoral), sino que hacen todo lo posible por destruirlo.

Una pena para el pobre San Roque, el que se hizo santo por curar enfermos y resguardarlos de la peste; menos mal, digo, que no tuvo que ejercer en la época de estos cargos sanitarios y eclesiásticos. Ni hubiera pasado de beato, ni el perro le hubiera lamido las heridas.

Cuando los pacientes llegan con respuestas

Traducido de When Patients Arrive With Answers por Sundar, Kumara Raja en JAMA 2025; 334; (8): 672-673.  doi:10.1001/jama.2025.10678

…No es nada nuevo que los pacientes lleguen con información. Desde hace mucho tiempo traen recortes de periódico, resultados de búsquedas en Internet o notas de conversaciones con familiares. Las posibles soluciones que se transmiten en los hilos de WhatsApp han sido en ocasiones una parte integral de mis conversaciones clínicas

La búsqueda de información fuera del ámbito sanitario siempre ha formado parte del panorama asistencial.

Pero hay algo en este momento que parece diferente. La inteligencia artificial generativa (IA), con herramientas como ChatGPT, ofrece información de una manera que parece única, conversacional y personalizada. Su tono invita al diálogo. Su confianza implica competencia. Cada vez más, los pacientes traen a mi consulta conocimientos generados por la IA y, a veces, se sienten lo suficientemente seguros como para cuestionar mi evaluación y mi plan.
Había oído que estas herramientas eran útiles, pero solo comprendí su atractivo después de utilizarlas yo mismo. Estudios recientes han respaldado esta afirmación: los grandes modelos de lenguaje (LLM) muestran una sorprendente fortaleza en el razonamiento y el tono relacional. Después de verlo de primera mano, mi reacción fue sencilla: «Vaya, entiendo por qué a mis pacientes les gusta».


Sin embargo, comparar los LLM con los médicos parece intrínsecamente injusto.

[Comentario: como otras comparaciones, en este ejemplo o este]

Los médicos suelen trabajar bajo presión, con visitas apresuradas y bandejas de entrada desbordadas, ya que los sistemas de salud exigen productividad y rendimiento. Mi preocupación es que la investigación compara a los médicos, que no tienen el lujo de rendir al máximo en sistemas saturados, con los recursos inagotables de la IA generativa. No es una lucha justa, pero es la realidad. Creo que los pacientes pueden buscar respuestas claras, pero, sobre todo, quieren sentirse reconocidos, tranquilos y verdaderamente escuchados. Por desgracia, bajo el peso de las exigencias contrapuestas, eso es lo que a menudo se me escapa, no solo por las limitaciones sistémicas, sino también porque soy humano.

A pesar de las capacidades de la IA generativa, los pacientes siguen acudiendo a mí. Las herramientas que utilizan suelen ofrecer sugerencias fiables, pero al final se remiten a alguna versión de la conocida advertencia: «Consulte a un profesional médico». La responsabilidad de la atención sigue recayendo en el médico. Tanto en términos de responsabilidad civil, quién asumirá la culpa si algo sale mal o alguien resulta perjudicado, como en términos de responsabilidad, quién dará las órdenes para los planes de diagnóstico y las prescripciones de atención. Los médicos siguen siendo los guardianes (gatekeepers). En la práctica, esto significa atender las solicitudes de los pacientes, como una prueba de mesa basculante para los mareos intermitentes, pruebas que no son inusuales, pero que pueden no ser adecuadas en una etapa específica de la atención. Me encuentro explicando conceptos como el sobrediagnóstico, los falsos positivos u otros riesgos de pruebas innecesarias. En el mejor de los casos, el paciente entiende las ideas, aunque es difícil identificarse con ellas cuando uno es la persona que experimenta los síntomas. En el peor de los casos, parezco desdeñoso. No hay ninguna función que le diga a ChatGPT que los médicos carecen de acceso rutinario a las pruebas de mesa basculante o que las citas para ecocardiogramas se retrasan debido a la escasez de personal. Tengo que llevar esas limitaciones a la sala de exploración mientras sigo tratando de mantener la confianza.

Cuando hablo con estudiantes de medicina, noto que se está infiltrando un tipo diferente de paternalismo. Y lo he detectado en mi monólogo interior, aunque no lo diga en voz alta. La obsoleta frase «Probablemente lo hayan buscado en WebMD y crean que tienen cáncer» se ha transformado en una nueva frase, igual de desdeñosa: «Probablemente lo hayan buscado en ChatGPT y vayan a decirnos qué recetar». A menudo refleja una actitud defensiva por parte de los médicos, en lugar de un compromiso genuino, y conlleva un mensaje implícito: nosotros seguimos sabiendo más. Es una actitud que corre el riesgo de erosionar la sagrada y frágil confianza entre los médicos y los pacientes. Refuerza la sensación de que no estamos «en el mismo barco» que nuestros pacientes y que, en realidad, estamos actuando como guardianes en lugar de como socios. Irónicamente, esa es a menudo la razón por la que oigo a los pacientes recurrir a los LLM en primer lugar.

Una paciente dijo claramente: «Así es como puedo defenderme mejor». La palabra «defender» me llamó la atención. Es lo que se hace cuando se intenta convencer a alguien con más poder. Sé que los médicos siguen teniendo la última palabra a la hora de solicitar pruebas, derivaciones y planes de tratamiento, pero la palabra «defender» transmite la sensación de prepararse para una lucha. Cuando los pacientes se sienten ignorados, armarse de conocimientos se convierte en una estrategia para que se les tome en serio. Recuerdo vívidamente a otra paciente que, tras sufrir un aborto espontáneo, llegó con una serie de evaluaciones específicas que quería que se le realizaran. Su petición estaba cargada de dolor, rechazo previo y la silenciosa esperanza de que estar preparada pudiera finalmente llevarla a ser escuchada. No necesitó la estrategia habitual de lanzarse a una explicación sobre los falsos positivos, el sobrediagnóstico y las características de las pruebas. Desde la perspectiva de la paciente, me di cuenta de que todas las explicaciones cognitivas pueden sonar así: «Sigo sabiendo más que tú, independientemente de la herramienta que hayas utilizado, y voy a abrumarte con cosas que no entiendes». Lo que funcionó en ese momento fue muy diferente. Le dije: «Hablaremos de las opciones de pruebas. Pero primero, siento mucho tu pérdida. No puedo imaginar cómo te sientes. Quiero resolver esto con usted y hacer un plan juntos». Ese momento de reconocimiento fue lo que realmente abrió la puerta.

Nuestras funciones como médicos han cambiado constantemente desde mi formación. La atención centrada en el paciente y la colaboración formaban parte del léxico durante la carrera de medicina. Los médicos han evolucionado desde hace tiempo, pasando de ser expertos autoritarios a guías colaborativos, pero ahora el ritmo se está acelerando. La democratización del conocimiento médico exige a los médicos, más que nunca, una humildad relacional como prioridad.

Ver las visitas informadas por la IA como oportunidades para un diálogo más profundo en lugar de amenazas a la autoridad clínica puede parecer una aspiración, pero refleja un cambio necesario. Los retos prácticos son reales. Los pacientes pueden acudir con expectativas poco realistas o citar recomendaciones que no se ajustan a las directrices basadas en la evidencia o que son poco prácticas para un determinado entorno de recursos. Estos momentos no son nuevos. Durante mucho tiempo hemos tenido que explicar por qué no siempre es necesaria una resonancia magnética para el dolor de espalda o por qué los antibióticos no ayudan a una infección viral. Sabemos que la solución no es cerrar estas conversaciones, sino abordarlas con paciencia y curiosidad. La medicina siempre ha dependido de las relaciones. Lo que está cambiando es cómo comienzan esas relaciones y lo que los pacientes aportan. Si los pacientes se arman de información para ser escuchados, nuestra tarea como médicos es recibirlos con reconocimiento, no con resistencia. Al hacerlo, preservamos lo que siempre ha hecho humana a la medicina: la voluntad de compartir juntos el significado, la incertidumbre y la esperanza.