¿Nos vuelve idiotas la política?

Estados Unidos nos permite estudiar la polarización política y aprender. He copiado el  título de un artículo de Ezra Klein –“How Politics Makes Us Stupid.– basado en las investigaciones de Dan Kahan (Universidad de Yale). Demuestra que todo partidismo político ciega para ciertas evidencias. Paul Krugman, premio Nobel de economia, comentando el articulo, sostiene que los prejuicios ciegan mas a los conservadores que a los progresistas. Los conservadores, claro, dicen lo contrario. Haidt, subtitula su gran libro La mente del justo: “Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata”. Piensa que la política se ha convertido en un juego maniqueo, porque cada partido se encierra en su “mentalidad tribal”, demoniza al otro, y utiliza el “razonamiento motivado”, que no busca la verdad sino justificar la propia opinión. Las preferencias políticas no se eligen libremente. Todos debemos ser conscientes de que muchas veces estamos seguros de cosas que desconocemos. Fuera engreimientos ideológicos.

José Antonio Marina. Panóptico, El Mundo 15 de noviembre de 2020.

Este breve comentario José A.Marina (que puede leer ampliado aquí), viene como anillo al dedo para interpretar noticias recientes relacionadas con la sanidad, en general y con el COVID-19 en particular.

De pronto «los médicos» personificados en la OMC (Organización Médica Colegial) se ponen furiosos, deciden que ya no aguantan más las opiniones del Dr Simón y piden su dimisión inmediata, a la vez que solicitan que haga «una rectificación pública de las últimas declaraciones efectuadas»

Lo que tambien es inmediato, es la reacción polarizada de seguidores y detractores en Twitter (que como escaparate público, aunque segado, no está mal). No por casualidad, los twitteros (sanitarios o no) de ideología izquierdista lo apoyan y los conservadores lo atacan. Los argumentos van desde bases tan sólidas como «a mí la legión con razon o sin ella» a un generalizado ad hominem, de la parte contraria. Algo similar sucede con los rechazos y pasiones que despierta la inclita presidenta de la Comunidad de Madrid.

Da igual que las declaraciones de Fernando Simón y lo que haga Isabel Diaz Ayuso. Dependiendo del color político, unos los atacan y otros los defienden y viceversa

Da igual que las declaraciones de Fernando Simón sean sutiles y cuidadosas, aunque reincidente, por ejemplo, en el error que sostiene que los sanitarios se contagian por su propia culpa . Tampoco vale que Isabel Díaz Ayuso, al lado de grandes errores en declaraciones y actos, esté cosechando éxitos. Es lo mismo, las tropas ya están dispuestas y cualquier desliz por nimio que sea, se pagará con la petición abrupta de dimisión o destitución.

¡A por ellos que son pocos y cobardes! Lo malo es que se lo creen y olvidan lo que la terca realidad nos enseña , hay dos grupos más o menos definidos y nunca, ni siquiera una guerra civil por medio, uno ha prevalecido sobre el otro de manera definitiva durante mucho tiempo.

  1. Envejecer activos

    Sostener un debate con el peso de los argumentos es cada vez menos habitual. Incluso personas a las que se les puede considerar razonables, es decir, capaces de razonar, parecen preferir la defensa cerrada de una posición fijada de antemano, aunque carezca de sentido y explicación. Por desgracia, se impone el modelo tertuliano de televisión: gritos y ruido, frente al empleo de la palabra.

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  2. Pingback: El hospital de las tres mentiras | Primum non nocere 2020
  3. Carlos Coscollar

    Desde luego, el maniqueismo político nos idiotiza… más. Y está presente, también y de modo inaceptable (santa ingenuidad) en los medios de comunicación social.
    Probablemente hay un determinismo en esto de tener sensibilidad conservadora o progresista (por decirlo de un modo esquemático). A eso se refería Lakoff en el libro: No pienses en elefante. La pena es no ser conscientes de ese determinismo que quizá nos condicione de fábrica y que el debate público/político profundiza (o aprovecha).
    No debe de ser fácil tener la capacidad de sobreponerse a este entorno y encontrar o entender (¿empatizar?) las razones del otro para generar un debate más templado y sereno, es decir, intencionadamente constructivo, que nos conduzca a algún lugar que podamos compartir (aunque sea con mayor o menor comodidad). Solo que hay observar alrededor.. y a uno mismo.
    Ahora bien, aunque pueda percibirse una contradicción (¿solo aparente?) con lo anterior, hay personajes con los que resulta casi heroico encontrar alguna razón para empatizar. Díaz Ayuso solo se sostiene por el protagonismo de un debate maniqueo que impide ver lo obvio, posicionándonos siempre del lado «de los nuestros». Lo diga el Financial Time o la hoja parroquial.

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