El hospital de las tres mentiras

Se abre un nuevo hospital en Madrid, para unos la continuación del milagro IFEMA para otros un despilfarro megalómano de la administración autonómica. !Cosas de la política!

La geografía española está salpicada de pueblos o villas, a los que la desafortunada toponimia y la inquina de los pueblos colindantes les ha dado el sobrenombre de “pueblo de las tres mentiras”. Desde Santillana del Mar, que ni es santa, ni es llana ni tiene mar, hasta Villafranca de los Caballeros, que ni es villa, ni es franca, ni tiene caballeros. Pues bien, el nuevo Hospital Enfermera Isabel Zendal podría llamarse también de las tres mentiras ya que, de las cuatro palabras que lleva el nombre, tres son mentiras; bueno mentiras, mentiras no, más bien mentirijillas o inexactitudes, pero teníamos que poner algo para que el titular nos saliera redondo.

Hospital Enfermera Isabel Zendal, este es el nombre del hospital, el problema es que, de estas cuatro palabras, tres al menos son objeto de controversia.

Aunque el nuevo hospital es un establecimiento destinado al diagnóstico y tratamiento de enfermos, carece de una cosa fundamental: el personal sanitario necesario para ejercer su función. Un hospital sin plantilla estable que no garantice su función ¿puede llamarse hospital?. Lo será mientras diagnostique y trate enfermos y se convertirá en un mero edificio habilitado como tal, cuando deje de hacerlo.

Isabel Cendal no era enfermera, sino rectora de la casa de expósitos de A Coruña. Francisco Xavier Balmis, director de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, la conoció cuando acudió en busca de niños y decidió contratarla para que los acompañara en la expedición. Su ocupación era el cuidado de los 22 niños elegidos para trasladar de brazo en brazo la vacuna hasta América.

Es verdad y está documentado, que Balmis la asimiló al sueldo y obligaciones de “enfermero”, de los que ya constaban tres en la plantilla; pero la rectora no tenía tal consideración hasta su participación en la expedición. Hay que tener en cuenta que en aquella época la enfermería, no tenía consideración de profesión sino de oficio, se consideraba un escalón por debajo de los practicantes y sus obligaciones: proveer cuidado a los enfermos, no eran muy diferente que las que se le asignaron a Isabel.

Los sobrenombres de “primera enfermera de la historia en misión internacional”, “la primera enfermera de la historia de salud pública»o “la primera ATS de la Historia” no son sino el producto de los elogios, a medio camino entre lo paternalista y lo reivindicativo, de algunos autores, pero no de un reconocimiento nacional o internacional.

Por ejemplo: en los medios de comunicación se reproduce, sin mucho rigor, que fue reconocida en 1950 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la primera enfermera de la historia en misión internacional. Esto no es así realmente, lo que hay es un editorial del Boletín de la Oficina Sanitaria Panamericana donde, con motivo de la celebración del día de la salud dedicado a las enfermeras, el insigne doctor mejicano Miguel E. Bustamante, hace una loa a la “desconocida” primera enfermera de salubridad en misión internacional: Isabel Cendal.

Este mismo doctor, a la sazón alto cargo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS, que no de la OMS) y director del Boletín, siguió interesado en la vida de Isabel Cendala y Gómez; a este interés se le deben varios artículos sobre la aportación de Isabel a la expedición Balmis y el reconocimiento en México de su figura.

El lector se habrá percatado de que nuestra protagonista aparece a lo largo de texto con apellidos distintos y es que, aunque casi todas las fuentes coinciden en que se llamaba Isabel y de segundo apellido Gómez, de su primer apellido hay treinta y tantas versiones según los autores y documentos que se consulten.

Esta circunstancia ha dado lugar a situaciones algo chuscas, como el cambio de nombre al que el ayuntamiento de A Coruña se vio obligado, al poco despues de dedicarle una calle, o que en el proyecto inicial de la Comunidad de Madrid se la llamara Cendal con c, como se puede ver más arriba.

Tras el trabajo de la Asociación Isabel Zendal y de la publicación del libro Isabel Zendal en los archivos de Galicia de Antonio López Mariño, parece que Zendal se adopta como apellido definitivo.

La razón por la que los dirigentes de la Comunidad de Madrid decidieron poner este nombre al nuevo “hospital de pandemias” son desconocidas para nosotros, pero suponemos que estará relacionado con la importancia del lobby gallego del partido popular, por un lado y el oportunismo social y político, por el otro.

añadido Mayo de 2021: Según una entrevista la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Diaz Ayuso, que no termino de localizar, el nombre del hospital se le ocurrió tras leer el libro de Javier Moro «A flor de piel» que narra de forma novelada la hazaña de la expedición Balmis

Nominar un polémico hospital como tributo a un género -las mujeres- y a una profesión – la enfermería- prácticamente ausentes de nuestra toponimia hospitalaria es muy loable, aunque este hecho no debería implicar la falta de reconocimiento de otros personajes. Parece injusto dedicar el nombre de un hospital a un actor secundario y olvidarse del protagonista Francisco Xavier Balmis o incluso de José Salvany y Lleopart que dejó su vida en el empeño.

Un Comentario

  1. Carlos González Guitián

    Hola, soy uno de los impulsores de la «Asociación Isabel Zendal» http://www.isabelzendal.com/index.html. Nuestro objetivo es difundir el conocimiento de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (REFV), conocida como «Expedición Balmis» . El personaje de Isabel Zendal permanecía oculto en muchos aspectos, desde su origen, hasta su verdadero apellido. Las investigaciones de Antonio López Mariño, como muy bien apuntas, publicados en 2013, pusieron al descubierto su origen, Ordes (A Coruña) y verdadero apellido, Zendal.
    Desde las Asociación impulsamos la publicación de estos estudios, que se pueden consultar en http://www.parlamento.gal/Portada/LibrosElectronicos. Recientemente apoyamos la reedición del estudio de Susana Ramírez Martín «La Salud del Imperio», en el que publiqué un apéndice bibliográfico de la REFV, donde analizo los estudios publicados desde el siglo XIX sobre la REFV, en concreto también los realizados por Miguel Bustamante en 1949 en el Boletín de la OPS y el cambio de apellido de Isabel Cendal (Zendal) que este investigador realizó .
    Deseo puntualizar que el Ayuntamiento de A Coruña dedicó la calle a Isable Zendal en 1971, pero no fue hasta el año 2018 que se rectificó su nombre http://www.isabelzendal.com/indexphp/noticias/index.html.
    Rafa, lamento que creas que el nombre del nuevo hospital madrileño le hayan puesto el nombre de un «actor secundario», para muchos de los estudiosos de la REFV, Isabel Zendal tuvo un protagonismo relevante en el desarrollo de la Expedición, el cuidado de unos niños portadores en sus brazos de la vacuna de la viruela a través del océano Atlántico, por todo el Virreinato de México y posteriormente la travesía del Pacífico hasta Filipinas, hicieron posible que esa cadena humana que transportaba la vacuna no se rompiese. No deja de sorprenderme que consideres el nombre del nuevo hospital relacionado «con la importancia del lobby gallego del partido popular, por un lado y el oportunismo social y político, por el otro», tampoco estoy de acuerdo. La labor que realizamos desde la Asociación un grupo de profesionales gallegos contribuyó a la difusión del conocimiento de la Real Expedición y en concreto de la figura de Isabel Zendal. También esperamos que los protagonistas principales de esta historia, Balmis y Salvany, puedan dar su nombre a nuevos hospitales, o incluso cambiar alguno de los nombres ya existentes, en muchas ocasiones vinculados al santoral, culto mariano o personajes sin trascendencia para la historia de la medicina o de la enfermería.
    Saludos y me parece estupendo en tu prestigioso blog le dediques un espacio a esta singular mujer.
    Carlos González Guitián

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    • RafaBravo

      Muchas gracias, Carlos, por tus comentarios; corrijo lo que apuntas sobre el lapso temporal en el callejero de A Coruña y pongo los enlaces, que no se incluyeron, a la web de la asociación Isabel Zendal y al libro de López Mariño.
      Por lo demás, reconocer la exitosa y fecunda labor de la asociación y la tuya personal para recuperar la figura de Isabel Zendal y su importancia en la fascinante expedición filantrópica de la vacuna. Esta labor ha contribuido, sin duda, a la difusión del conocimiento de la Real Expedición apenas conocida, por desgracia, en nuestro país hasta hace pocos años.
      Comprendo que discrepes de mis opiniones sobre la importancia relativa de los actores de esta historia. Cuando con éxito, se rescata del olvido un personaje, se corre el peligro de pasarse de frenada. Me consta que no es el caso de profesionales rigurosos como los autores que citas o como tú mismo, pero sí de muchas de las cosas que se han escrito sobre Isabel en los medios de comunicación, a raíz de la inauguración del nuevo hospital. Corregir, desde mi modesta posición, estos errores y no otro, era el objetivo de este post como intenté describir al inicio.
      Con respecto a la influencia de la política y de un determinado contexto social en la denominación del hospital, para mí está clara. Cuando se le pone un nombre a un hospital, a una calle, a un aeropuerto, se pretende rendir homenaje a una figura distinguida para que sea alabada y recordada por sus compatriotas. El problema es que, a veces, se pueden añadir otras intenciones y propósitos, que no tienen nada que ver con el mérito del personaje y modifican erróneamente su importancia. Como anécdota, te contaré que durante años estuve trabajando al lado de una plaza con el nombre de una persona, cuyo único mérito sobresaliente conocido era ser el hermano de una persona muy poderosa e influyente de la época. La historia se hace así, aunque eso lo sabes tú mejor que yo.
      De nuevo,Gracias

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      • antonio alfredo lopez mariño

        Buen día, Rafael!
        1.- Ser padre no es sinónimo de clarividencia, ecuanimidad, ni siquiera de sabiduría ni de autoridad moral para hablar de la criatura.
        Quien esto afirma es el mismo periodista que afirma que, antes de sus textos, NADIE, JAMÁS, habló de Isabel ZENDAL. Por una razón: ningún historiador trabajó con los libros parroquiales (bautizados, defunciones, matrimonios) de Santa Mariña de Parada, la aldea natal de Isabel. En esos libros, está el legítimo apellido de Isabel; el árbol familiar de los Zendal Gómez (abuelos, padres y hermanos de Isabel); también su status social (el padre y la madre tienen que ser enterrados en sepulturas propiedad de la parroquia por no tener un real de tierra propia en el que caerse muertos; dicho en palabras del párroco, “por ser pobres quasi de solemnidad).
        Como tampoco nadie trabajó con los libros parroquiales de San Nicolás-A Coruña, nadie pudo documentar (antes) que Isabel era madre soltera.
        Como tampoco nadie trabajó con los libros de contabilidad, nadie pudo explicar (antes) que ser rectora de expósitos equivalía a ser una muy humilde asalariada (150 reales cobraba al mes el capellán del Hospital de Caridad; 120 reales, el encargado de compras; 100 reales, la lavandera; 80, el carretero del agua; 50 reales al mes y una libra diaria de pan era la remuneración de Isabel). Rectora era, pero tampoco mandaba en nadie (ella y la cocinera eran las únicas trabajadoras asignadas a la Casa de Expósitos).
        2.- Ninguna alergia me produce asumir que Isabel no era enfermera. Tampoco en que, por las labores que realizadas en la inclusa, que son las mismas que se le encargan durante la Expedición de la Vacuna (asear, vestir, dar de comer, componer camas, afeitar cabezas), fuese cualificada -según los criterios actuales- como “auxiliar de enfermería”. En este caso, a nadie le pasará desapercibido que también habría que rebajar un escalón la cualificación profesional de todos los expedicionarios. Empezando por el propio director de la REFV, Francisco Xavier Balmis, entonces Cirujano de Cámara. Hoy, un cirujano es un médico especializado. Entonces, los cirujanos (herederos directos de barberos y sangradores) estaban un peldaño profesional por debajo de los médicos.
        3.- Ningún anillo me cae por el hecho de que Isabel no tenga el reconocimiento de la OMS como “primera enfermera en misión transcontinental de salud pública”. En ningún trabajo de Carlos González Guitián (¡que lujo tener, tan a mano, a documentalista tan generoso!) ni mío, se atribuye tal “medalla” a Isabel. Es más, con infinito agradecimiento, citamos siempre a Miguel Enrique Bustamante. Por una razón: por su prestigio como secretario de la OPS y como padre de la historia de la medicina mexicana, fue uno de los pilares para que, desde 1976 -hace 45 años, cuando aquí estábamos en la más radical de las inopias sobre la persona y la obra de Isabel- exista el Premio Nacional de Enfermería “Isabel Cendala y Gómez”, con el que el gobierno mexicano reconoce, cada ano, el mejor trabajo en este campo de la salud pública.
        4.- Disiento de la manera más radical que te puedas imaginar con lo “actores secundarios”. Estoy de acuerdo en la injusta falta de reconocimiento a la labor de Salvany (exceptuando el imprescindible “La salud del imperio”, de Susana Ramírez), pero ¿falta de reconocimiento a Balmis? cuando, durante larguísimos años y aún ahora, a la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna se le llamó y llama “Expedición Balmis”.
        ¡Qué singular divergencia entre tú y yo! Para mí, la reivindicación de los “actores secundarios” es la causa de mis desvelos y la única gasolina de mi investigación.
        ¡A buenas horas voy a dejar pasar de largo que pilares fundamentales de la más noble aportación de este país a la historia de la Medicina hayan sido una madre soltera, asalariada muy humilde, procedente de una familia “quasi pobre de solemnidad” y una banda de expósitos!
        Aclaración: los expósitos son el escalón menos protegido de la sociedad. Cierto es que los huérfanos no tienen padres, pero todos conocemos huérfanos que fueron criados por los abuelos, una hermana mayor, un tío o la madrina. Los expósitos tienen padres, pero fueron abandonados en el torno de una inclusa, clandestinamente, por sus progenitores. En consecuencia, porque no hay forma de dar con sus padres, son totalmente dependientes de la beneficencia pública.
        5.- La chavala (Isabel) lo debe merecer y esta debe ser la causa de que, últimamente, le salgan tantos novios. Lo que no voy a hacer, como padre de la criatura, es andar con una escopeta de perdigones espantando a los pretendientes. El tiempo -muy corto- dirá quien está a la altura de una mujer que perdió enteramente la salud (son palabras de Balmis) en defensa de la salud pública.
        Más que fascinado, Rafael, con saberte tan apasionado de la sanidad pública.
        Antonio López

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  2. Antonio Alfredo López Mariño

    Apreciado Rafael:
    Si no te lo digo, reviento envenenado!
    Mi más sincero reconocimiento y agradecimiento a tu generosidad!
    Nunca había participado en un blog. Ahora, a toro pasado, constato, algo avergonzado, que entré en la casa de tu blog como elefante (¿algo ebrio de ego? en taller de alfarero.
    Por lo que nos une: eterna y gloriosa vida a la sanidad pública! Honra salarial y las condiciones laborales que se merecen los trabajadores de la profesión más estimada por la población (un hecho que verifican, desde hace muchos años, las encuestas del CIS)
    Con afecto, Antonio López

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