de gatekeeper a road dummies
Como hemos podido comprobar este verano en las carreteras españolas, los encargados de las obras han tenido la idea de cambiar al currito que nos avisaba de un tramo de obras o salida de camiones. Si, ese que movía el brazo prolongado por una banderita roja con una cadencia variable según la velocidad del loco que se acercaba.
Bueno, pues han tenido la idea de sustituirlo por un maniquí vestido con un casco y traje amarillo fluorescente de seguridad. Es tan real que solo a pocos metros se da uno cuenta del timo.
El amigo conductor se queda con una expresión entre la gracia y el repelus y es que como dice el blog de donde hemos sacado la foto, «da yuyu ver al fulano ése con un chaleco reflectante subiendo y bajando el brazo (clon-clon-clon, cada vez que le pega en la pierna al bajar), montado en una carretilla y mirando al frente…»
Esta imagen da pie a comentarios variados e ingeniosos para un blog relacionado con las nuevas tecnologías, pero no se porque (bueno si se, pero no quiero escribirlo) a mi me ha recordado al pasado y presente del médico de atención primaria, basta cambiar la bandera por un boligrafo y la carretera por una receta.
PD: A pesar de los rumores, no parece cierto que sistemas autonómicos de salud se hayan puesto en contacto con la fabrica de los susodichos muñequitos, tampoco es cierto que se les vaya pasar un ECOE y parece infundado la pretensión de un sociedad de medicina de familia radicada en el norte de certificarlos y/o darles el visto bueno.
Es uno de los riesgos de la atención primaria. Quizá deberíamos volver a la pregunta ¿qué quieren los pacientes? y escuchar la respuesta de esto. En segundo lugar facilitar que esa respuesta tenga eco a nivel político.
La sanidad es cuestión de estado por el elevado porcentaje del presupuesto que se come. La ciudadanía debe hacer valer su voz ante una pléyade de intereses diversos y potentes (económicos, financieros, industriales, corporativos…).
Los profesionales sanitarios tenemos entre nuestras funciones la de velar por el propio sistema sanitario. Eso implica empoderar al paciente para que reivindique lo que considere ante los responsables políticos de turno.
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Es buena la analogía. Mejor tomárselo con humor, que ese sentimiento no lo pueden reproducir los dummie. Asi se nos podrá seguir identificando. Ya sabe, si su medico de familia es inexpresivo y firma como un autómata: cuidado es un dummie, si se descojona cada vez que oye hablar de consejerias: bien, sigue siendo su médico.
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