Etiquetado: Vitamina C
The Dark Side of Linus Pauling’s Legacy o cosas para las que no sirve la vitamina C
Linus Pauling, Ph.D. (1901-1994), was the only person ever to win two unshared Nobel prizes. He received these awards for chemistry in 1954 and for peace in 1962. He contributed greatly to the development of chemical theories. His impact on the health marketplace, however, was anything but laudable.
Pauling is largely responsible for the widespread misbelief that high doses of vitamin C are effective against colds and other illnesses. In 1968, he postulated that people’s needs for vitamins and other nutrients vary markedly and that to maintain good health, many people need amounts of nutrients much greater than the Recommended Dietary Allowances (RDAs). And he speculated that megadoses of certain vitamins and minerals might well be the treatment of choice for some forms of mental illness. He termed this approach «orthomolecular,» meaning «right molecule.» After that, he steadily expanded the list of illnesses he believed could be influenced by «orthomolecular» therapy and the number of nutrients suitable for such use. No responsible medical or nutrition scientists share these view
sigue en Quackwatch por Stephen Barrett MD
Las naranjas de Lind
Por Gonzalo Casino
Con la distancia de los siglos y el salto en las condiciones de vida y salud, parece mentira que el escorbuto fuera una epidemia tan mortífera. El carácter epidémico de la enfermedad se hizo patente a partir del siglo XV, cuando empezaron las largas singladuras marinas en las que las tripulaciones se veían diezmadas por la deficiencia prolongada de vitamina C. Hoy nos parece increíble que entre los siglos XVII y XIX pudieran morir un millón de marineros en todo el mundo por la carencia de una sustancia que está presente en alimentos tan comunes como las frutas y verduras. Por más que almirantes, capitanes y médicos, principalmente de la marina inglesa, se devanaban los sesos sobre la causa de la llamada “peste del mar” o “peste de las naves”, sus sospechas no iban mucho más allá de la madera verde de las naves o del viento frío del mar. Y para combatirlo se propugnaban remedios tan peregrinos como la ingesta de mostaza, caldo de pollo, luciérnagas, sangre de cobaya, soda o aceite de vitriolo (ácido sulfúrico diluido). El escorbuto fue considerado una enfermedad contagiosa hasta que se descubrió que era simplemente un déficit nutricional y, finalmente, se aisló la vitamina C en 1927.
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