Sully revisitado
al desgraciado Inspector G
Tras hablar con varios compañeros sobre las discrepancias que habían tenido con sus diferentes cuadros directivos, en relación con la toma de decisiones durante la pandemia COVID, así como una desgraciada peripecia personal, recordé un artículo que escribí hace seis años en la revista 7DM y el post similar que reescribí el año pasado. Por si fuera poco, en las últimas semanas, la casualidad ha dado que la película se repusiera en televisión y se publicara un artículo con el telón de fondo de la película en la revista AMF-Actualización en Medicina de Familia. Decidí releerlos y, si daba de sí, publicarlos de nuevo en este blog; también reparé en un desabrido comentario de un inane farmacéutico de atención primaria madrileño que, por supuesto, no se publicó.
Veamos la historia que relata los hechos acaecidos en un frío mediodía de enero de 2009. El comandante Sullenberger (conocido como Sully y protagonizado en la película por Tom Hanks) al mando del vuelo 1549 de US Airways, despegó a las 15.25 del aeropuerto de La Guardia (en Nueva York) con destino Charlotte en Carolina del Norte. Llevaba a bordo 150 pasajeros y 5 tripulantes. Solo cinco minutos después, el avión acuatizaba sobre las aguas del río Hudson. Se salvaron todas las personas a bordo, con solo algún herido leve. Se perdió una aeronave que costaba 60 millones de dólares. El siniestro fue debido a algo relativamente habitual en aviación, pero excepcional con tal nivel de gravedad: la colisión con una bandada de pájaros (barnaclas canadienses, en concreto), que inutilizaron los dos motores. Este hecho se produjo apenas dos minutos después del despegue del avión.
El hilo conductor de la película no son estos sucesos, sino la investigación posterior que se desplegó. Lo que en principio era una investigación rutinaria se convierte por mor de las compañías de seguros y unos puntillosos funcionarios en una amenaza a la reputación y carrera del comandante Sullemberg.
La película en su conjunto y esta escena en particular se han analizado desde varias perspectivas. Para Sergio Minue la película describe muy bien el complejo proceso de toma de decisiones en condiciones de incertidumbre y extrema presión. Resalta, las tres cosas que aprendió un pasajero mientras el avión se precipitaba: la capacidad de toda una tripulación que nunca había trabajado junta, de seguir a rajatabla los protocolos cuando eso era imprescindible, pero también de improvisar cuando era preciso improvisar, asi como de mantener la calma bajo presión (a pesar del terror que supone pensar que la muerte está a menos de tres minutos).
En el mismo blog, un genial comentario de Julo Bonis pone de manifiesto que cumplir check-list y protocolos, como la seguridad aérea nos enseña a los médicos, está muy bien, pero que antes de implantar estos hay que asegurar otras cosas, como que el piloto, cuando tiene que despegar, no tenga además que repartir los zumos o asegurar que hay personal suficiente para cubrir contingencias, en clara alusión a las circunstancias actuales de la atención primaria.
Rosa Añel en AMF comenta que, en la época actual, en que vivimos fascinados por las nuevas tecnologías, el caso del río Hudson pone de relieve la importancia del factor humano para abordar situaciones complejas, aplicando soluciones innovadoras, y poner de relieve la importancia de las habilidades no técnicas de los profesionales frente a las ayudas tecnológicas y la automatización de los procesos.
Carlos Aibar en una comunicación personal, me comentó que también utilizaba el ejemplo de Sully en sus clases sobre seguridad del paciente; para Carlos, el trabajo de Sully, película aparte, creo que fue muy bien valorado por los «expertos», pero se cuestionó mucho que no siguiera las normas y que innovara o «fuera por libre», ya que estimaban que, como había tenido éxito, podrá servir de mal ejemplo, fomentando conductas individualistas.
Por último, mi punto de vista, provocador pero necesario para despertar conciencias:
Al igual que los técnicos de la administración de aviación, los nuestros: esa especie de jungla polimórfica compuesta de directivos, mandos intermedios, inspectores y farmacéuticos de atención primaria juzgan nuestras decisiones desde confortables atalayas de simulación. Con la excusa de la calidad o de la seguridad, y la realidad del control, husmean en los sistemas de información y en la historia clínica electrónica para inventar un escenario virtual sobre la actuación de los clínicos. Con tiempo de sobra y la única incertidumbre de cuál será la hora de salir a tomar el café, pontifican sobre la bondad de un cuadro etéreo solo efectivo en las pantallas de sus ordenadores.
Para ellos es suficiente y lo creen de verdad, enviar periódicamente por correo electrónico grandilocuentes instrucciones para una atención sanitaria de calidad. Creen que eso será bastante, sin tener en cuenta que un médico asistencial recibe cientos de esas instrucciones. No pueden ni siquiera imaginar que los médicos de familia se mueven en un entorno con poca información disponible, que tienen que contemplar múltiples opciones y que lo adecuado de la decisión depende de una compleja red de factores, no siempre tangibles. No ven necesario, e incluso las niegan, la posibilidad de disponer de herramientas que faciliten la toma de decisiones. También son incapaces de pensar en ese gut inglés (que lo mismo significa «tripas» que «intuición») de los profesionales que conocen su trabajo. Ese conocimiento imposible de replicar en la plantilla Excel, en la historia clínica ideal simulada en un ordenador o en el cumplimiento de unos falsarios indicadores de calidad de la prescripción.
Lo peor de todo es que, en el caso de los técnicos americanos, reconocieron sus limitaciones y dieron la razón a Sully; en el nuestro, la arrogancia que da ostentar el poder, o estar cercano a el y, sobre todo, la ignorancia, hacen muy difícil a los que realmente saben llevar a buen puerto el avión de la atención primaria.
No he visto la película ni tengo especial interés en verla. Hay un documental de la serie «Catástrofes aéreas» (Air crash investitagion?? No lo recuerdo, hablo de memoria) en español que describe, punto por punto, incluídos testimonios de los protagonistas, el episodio del Comandante Sullenberg.
He encontrado un resumen en Youtube, de siete minutos escasos, por si a alguien le interesa:
https://youtu.be/UT3P8fSgcKg, No sé cuánto durará el documental completo, lo echan con cierta frecuencia en canales de documentales y, repito, es muy exhaustivo.
A mi padrastro, coronel médico, neurocirujano, le vetaron de por vida el ascenso a general por organizar (intentar hacerlo) racionalmente el Hospital Gómez Ulla.
En todas partes cuecen habas. Y cuando las cosas se ponen duras, sólo los duros salen adelante.
Como humilde y vulnerable paciente suyo, esto sonará a rayos fritos,es un placer tenerle como médico de cabecera.
Un abrazo.
Javier Seijas.
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Gracias Javier, siempre han sido malos tiempos para los Sullys pero no por eso dejaran de existir y a veces ,pocas, tendrán éxito
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Rafa, qué bien has definido el complejo entramado de la atención primaria y esa falta de perspectiva. En este caso me refiero a un buen sistema de información. Un sistema para nosotros, no para «los de arriba». Conducimos con niebla tupida, así solo nos podemos estrellar, tal vez sea lo que quieren.
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Gracias Jose A. efectivamente, el cuadro de mandos solo es para ellos , no sea que se note su inutilidad y estulticia
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La película no es mala, pero sobre todo es excelente la analogía de RafaBravo sobre la realidad de la Atencíón primaria y sus millones de gestores/opinadores que desprecian el trabajo de los facultativos…»desde sus atalayas»
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Gracias Ana, me alegro que te haya gustado el post
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