Don Quijote y Eduardo IX: ilusion y bondad
Traducido libre de la entrada del Medico General jubilado Richard Lehman en el blog Evidently Cochrane donde escribe acerca de la escasez de pruebas sobre los tratamientos para el trastorno delirante y espera que se pueda encontrar una gran cantidad de bondad, como la que plasma Cervantes en su libro de Don Quijote.
El asilo de locos de Oxford se abrió en 1826, radicado en diez acres de campos y bosques en la colina de Headington entre los cuales los internos podían pasear y mirar las torres de ensueño situadas debajo. Más tarde, después de que un vicario le diera una generosa dotación, se cambió el nombre al de hospital Warneford, . Cuando era un estudiante de medicina en la rotación por psiquiatría, hace no más de 40 años, todavía se tenía un sentimiento informal y familiar, sobre el hospital. «Tenemos más gente importante que cualquier otro college en Oxford» fue uno de sus alardes. Un interno notable reciente era un distinguido e inmaculadamente vestido señor, que escribió una carta de 40 páginas de apelación a los gobernadores, firmando «Edward IX, R.» Los gobernadores decidieron mantener al rey Eduardo IX en su relajado confinamiento.
Cuando leí la revisión Cochrane de tratamientos para el trastorno delirante el año pasado, recordé al Rey, y también al Quijote, el más famoso ejemplo literario de trastorno delirante. En los libros de Cervantes, el autoproclamado Caballero de la Triste Figura es un excéntrico soltero de mediana edad en una pequeña ciudad española. Ha leído tantos libros sobre hechos de caballerías que se convence de que él es un caballero andante, destinado al servicio de su novia imaginaria Dulcinea. En el primer libro es en el que lleva a cabo las locas acciones por la que es más conocido, como atacar a un molino de viento y el ataque a un rebaño de ovejas en la creencia de que son un ejército enemigo.
El segundo libro se ve a Don Quijote tan engañado como siempre, pero Cervantes lo retrata ya famoso por sus hechos en el libro primero, lo que significa que se le reconoce a menudo en sus misiones. Un Duque y su cariñosa y traviesa esposa le dan hospitalidad, se las arreglan para llevar a cabo situaciones donde se divierten a costa de él, para su sorpresa ven que Don Quijote también es un hombre sabio, cultivado y adorable. Comienzan a preguntarse si es adecuado burlarse de él. Un sacerdote y un erudito debaten este punto, y deciden que él es un loco, pero solamente de delirio, y que no ha lugar enviarlo a un médico, ya que no hay cura para esta locura. Es mejor complacerlo y mostrar bondad. Y así, la diversión continúa, hasta que Don Quijote enferma y muere en paz, al final medio curado de su locura.
A pesar de escribir lo que es quizás la novela más querida de la historia, Cervantes murió como un indigente unos años más tarde y solo se descubrieron sus restos en marzo de pasado año, poco antes de la revisión Cochrane se publicara.
¿Por qué he dejado tan poco espacio para discutir esta revisión sobre un tema fascinante?
Por desgracia, esta revisión está casi vacía. Los revisores identificaron sólo un ensayo en el tratamiento del trastorno delirante, que cumpliera con los criterios de inclusión Cochrane, y en su conclusión se afirma que «Actualmente no hay pruebas suficientes para hacer recomendaciones basadas en la evidencia para los tratamientos de cualquier tipo para las personas con trastorno delirante ... Hasta que se encuentre tal evidencia, el tratamiento de los trastornos delirantes muy probablemente incluirá aquellos que se consideran eficaces para otros trastornos psicóticos y problemas de salud mental «.
Entre el jolgorio y la burla del engañado Don Quijote de Cervantes, también vemos el papel de la bondad y la aceptación social en España a principios del siglo XVII. Espero que esto todavía se pueda encontrar en Gran Bretaña a principios del siglo XXI, ya que esta revisión no me da confianza de que tengamos algo mejor en la ciencia para ayudar a los Quijotes y King Edwards de nuestro tiempo.
Don Quijote y Edward IX: delirios y bondad por Richard Lehman está bajo una licencia internacional de Atribución-NoDerivatives 4.0 .
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