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El cierre de un consultorio cercano, propiedad de una de esas instituciones por las cuales el Estado permite a su empleados bypasear el sistema sanitario que impone a las demás ciudadanos, nos ha permitido un cierto ejercicio de nostalgia. En efecto, uno se tiene que retrotraer a los tiempos de medico principiante, para recordar cómo se trabajaba con poca o ninguna información sobre el paciente y como se rellenaban todos los impresos  a mano *.

muface2Es curioso que pequeños institutos y mutualidades, a  los que se presupone mayor agilidad y autonomía de gestión, mantengan en la práctica un sistema de funcionamiento tan obsoleto. Buscando por la web uno se encuentra además que no solo son“antiguos” en la forma de trabajar que imponen a médicos y pacientes. En esta época de recortes presupuestarios y de recursos de inconstitucionalidad contra tasas autonómicas del euro por receta,  no deja de ser chocante que un organismo estatal acepte ser sujeto pasivo de una tasa impuesta por uno de sus proveedores y en concepto de gastos de facturación.

Así, según la reciente prórroga del concierto entre MUFACE y los Colegios Oficiales de Farmacéuticos, la Mutualidad estatal se compromete a seguir pagando, además de los medicamentos dispensados, la cantidad de 0,01840 euros por receta facturada, en concepto de costes de grabación de datos (nº de colegiado, nº receta, código del medicamento) que, en cualquier otro ámbito se supone que corren a cargo del proveedor y no del pagador de la factura.

Si ello al menos se hiciera en beneficio de pacientes, médicos o contribuyentes, la medida tendría alguna justificación. Pero no es así: las prescripciones médicas las seguimos realizando a  mano (a diferencia de las del resto de nuestros pacientes) y los consumos mutualistas siguen sin incorporarse a la estadística de consumos farmacéuticos con receta, pese a lo que ordena el plan estadístico nacional

En fin, hasta en esto funcionarios.

* Seria injusto no reconocer que este pequeño aluvión de nuevos pacientes ha traído también recuerdos nostálgicos  «de los buenos»: pacientes respetuosos, colaboradores y agradecidos parecían ser una especie en peligro de extinción hasta que han llegado ellos  ¡Gracias!

  1. Francisco José Sáez Martínez

    Como casi siempre de acuerdo. Hacer las recetas de ISFAS, MUGEJU y MUFACE a mano te trae recuerdos, pero no es menos cierto que la sensación de obsolescencia es total. Esta semana vino a consulta una paciente canaria desplazada con su hija; traía como informe de su patología la hoja blanca de la receta electrónica (no sirve de mucho, pero algo de información da, en espera de la grandilocuente HCE). Hablamos de lo bueno de este sistema y le imprimí en papel las de la Comunidad de Madrid (que ya por fin despega, aunque con una distribución curiosa por motivos diferentes del sanitario). La hija, funcionaria con MUFACE y atención privada, nos miraba a su madre y a mi con cara de susto, añadiendo que a ella su medico le hacia las recetas a mano y que hay que ver lo avanzada que estaba la sanidad publica.
    Claro que peor es el problema que tengo con una paciente de ISFAS, que tiene que seguir enviando la receta de pañales a Madrid (trabajo a 23 kms) a visar porque el autovisado es de la publica solo o el funcionario de MUGEJU al que no puedo hacerle recetas de tres meses porque no ha agotado el talonario del año pasado y no le dan el nuevo con doble fecha para diferir la dispensación hasta que no lo acabe.

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