Me lo temía
La “dependencia” a los IBPs podría ser una causa de la explicación del rápido y continuo incremento de su uso.
Dedicado a mi amigo Pablo que quería que me tomara un omepra antes de salir de comilona nocturna
Por fin sabemos la causa del uso y sobre todo abuso en los últimos años de los llamados inhibidores de la bomba de protones (IBPs) vulgo dicto protectores. No, no era debido a lo que creíamos, no es porque sean muy baratos o porque sean realmente eficaces en la mayor parte de los trastornos relacionados con el ácido gástrico. Tampoco a que la tolerancia sea buena o a que su seguridad estaba bien contrastada tras largos años de uso masivo.
No, no era eso, y tampoco que la gente le hubiera tomado el gusto tras aprender que la gastroprotección era los más importante. Así se lo habían enseñado cada vez que tenían contacto con practicantes sabihondos, atolondrados cirujanos y residentes de guardia.
No, no eran esas las causas. Me lo temía, era de suponer , la causa, el mal está dentro, es una etiología intrínseca, son ellos mismos, los IBPs, los que una vez introducidos como inocentes corderitos bienhechores se revelan como insaciables inductores de nuevo consumo.
Así lo muestra un artículo publicado en Gastroenterology en el mes de julio de ese año con el titulo Proton-Pump Inhibitor Therapy Induces Acid-Related Symptoms in Healthy Volunteers After Withdrawal of Therapy y que gracias los chicos/as de Hemos leído he recuperado de la bandeja de los artículos pendientes de leer (y a los que rara vez les llega este destino).
Según este ensayo clínico controlado y aleatorizado en pacientes que tomaban IBP y en concreto esomeprazol, el porcentaje con síntomas se incrementaba con respecto al grupo que ingería placebo una vez que se dejaba de tomar la sustancia activa. Este incremento se mantenía y era estadísticamente significativo en las semanas posteriores. Los pacientes en los dos grupos estaban previamente sanos y sin síntomas ni enfermedades relacionadas con el ácido, tras la administración del IBPs se consideraba a un paciente sintomático si refería un incremento de más de dos puntos en una escala de preguntas relacionadas con acidez, regurgitación ácida y dispepsia.
Este efecto rebote o hipersecreción ácida de rebote (incremento en la secreción de ácido gástrico por encima de los niveles previos, una vez que se produce el cese de la administración más o menos continuada de IBPs) se produjo en más de un cuarenta por ciento de los participantes. Es decir personas que nunca habían tenido molestias de acidez, regurgitación o dispepsia, si tomaban IBPs durante un par de meses, experimentaban síntomas relacionados con el aumento de la secreción ácida, tras suspenderlos.
Como acertadamente señala en el editorial acompañante con el descriptivo titulo Evidence That Proton-Pump Inhibitor Therapy Induces the Symptoms it Is Used to Treat este estudio nos debe llevar a cuestionar y reconsidera los liberales hábitos de prescripción y consumo de los IBPs que se han ido adquiriendo con el tiempo, especialmente en aspectos tales como restringir su uso a casos con síntomas claros de acidez y reflujo, no utilizarlos para molestias inespecíficas, o banales y reducir la duración y el abuso de estos medicamentos en el diagnóstico ex juvantibus (la respuesta al tratamiento es usada para confirmar un diagnóstico).
Hay que plantar cara a la tendencia en el manejo de estos problemas que los ingleses llaman de “step-down” o iniciar el tratamiento con un IBP frente al “step-up“ iniciar con consejos de estilo de vida y fármacos como antiácidos, vamos que no hay que to kill flies with howitzers, por seguir los términos en ingles que tan chuli quedan. También se debería informar al paciente, y al residente de urgencias, y a las oficinas de farmacia, ya la sociedad en general que hay un cosa que se llama hipersecreción ácida de rebote , que es muy mala y que tiene sus efectos.
Bueno hombre. No es lo mismo tomarlo una noche antes de salir a cenar, que durante 12 semanas
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Apreciado Rafa Bravo: el diagnóstico ex juvantibus es aquel que se obtiene por el razonamiento a la inversa de un tratamiento administrado; en este caso el uso de IBP para colegir que la patologia causal de un síntoma es un problema de acidez gastrica , se calificaría como «Ad juvantibus».
Por lo demás , tu post nos aclara hechos que estabamos intuyendo por la práctica clínica, y que es gratificante que la ciencia demuestre. Un abrazo y ,gracias
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Espero que el estudio sea leido por los especialistas, no solo de digestivo sino otros como ORL y COT que usan los IBP casi como caramelos
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