Bragas de señora modernas

bragasEn la mercería a la que llegué esa mañana parecía que el tiempo se había detenido por lo menos cuarenta años, ni las razones por las que me encontraba allí, ni lo que buscaba tiene mayor trascendencia, pero sí lo que más me llamo la atención nada más entrar y situarme en frente del mostrador. Ahí entre cajas de alfileres, muestras de botones, cintas alborotadas y otras cosas menudas, se alzaba una gran caja de cartón blanco, rotunda, en la tapa escrito con letra menuda y detallista, como de caligrafía antigua alguien había puesto Bragas de señora modernas, esto último subrayado. La curiosidad me picaba, pero era la sensación de vergüenza o de que me confundieran con un fetichista de lencería,  la que me impedía echar una ojeada más profunda y duradera al contenido de la caja. Afortunadamente una clienta me ayudó, creo que sin querer, tomo la caja desparramó su contenido, y hurgando con sus gorditas manos, permitió satisfacer mi curiosidad

-pero ¡oh no!-

que es lo que veía: unas bragas-faja de color carne, estilo braga sobaquera como las de Bridget Jones. Esto me hizo reflexionar sobre el cambiante y excesivamente versátil  concepto de moderno, que no solo es propio de la medicina, también pasa en las mercerías.

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