wiki kill cdrom star
the category of traditional encyclopedias and reference material has changed. People today seek and consume information in considerably different ways than in years past
Con esta frase se intenta explicar (justificar) por parte de Microsoft el cese de producción de la enciclopedia Encarta
Curiosamente Encarta en CD-ROM acabo con las enciclopedias impresas tradicionales con la Enciclopedia Británnica como paradigma y buque insignia, y ahora sucumbe con armas y bagajes ante la Wikipedia. Como señalan edans y paidcontent el precio siendo importante no es la única causa, ni siquiera la fundamental hay muchos otros factores y es que la gente como dicen los de Microsoft buscan y consumen hoy en día la información de formas muy diferentes a las de años anteriores.
Es curioso como en medicina todavía ni siquiera hemos pasado del primer nivel, es sorprendente (o a lo mejor no) como todavía se sigue editando la información vehiculizada en ese conjunto de laminas de células vegetales cubiertas por la piel de animales muertos, que llaman libros. No es que no encontremos todavía nuestra wikipedia, es que no hemos alcanzado en medicina el nivel del caducado CD-ROM y así va la cosa. Hace dos años, para la mesa un congreso escribí lo que sigue, aunque fui reprendido (de forma muy amable y correcta) por uno de los organizadores, creo que al final se publicó integro:
la información periclitada
Como en tantos otros campos de la medicina la generación y uso de la información ha adquirido una nueva dimensión. Aunque la mayoría nos hemos formado en un modelo distinto de enseñanza y practica de la medicina, esta claro y no es un tópico que el campo de juego donde trabajamos ha cambiado. Los últimos coletazos de un sistema, por sus propias características renuente al cambio, hacen todavía posible que con un poco de suerte algunos puedan sobrevivir hasta la jubilación anclados en el «antiguo régimen» pero este tiene fecha de caducidad. No puede ser de otra forma, la denominada explosión de la información, la abundancia de recursos y la revolución digital e Internet, nos dan las pistas de que «el futuro ya esta aquí». Si hace unos años se postulaba un cambio de paradigma del «medico que lo sabe todo» al medico que sabe poco pero sabe encontrar (¿y utilizar?) la información, ahora en una nueva vuelta de tuerca debemos volver al inicio y postular por el medico que lo sabe (de nuevo) todo, gracias a un cerebro «periférico» materializado en la red, una nueva red en la que predomine el conocimiento sobre la información y los datos, y sobre todo capaz de ser aprovechada por una amplia red social de profesionales especializados para generar nuevo conocimiento.
Pero probablemente estemos yendo muy deprisa, al fin y al cabo estamos en Valladolid, en el año 2007 y en el congreso de una sociedad que todavía cree interesante editar libros sobre medicina (al parecer sus socios los compran y los leen). A pesar de todo estamos en una época interesante, de cambio, en el que algunos, pocos, son conscientes de que la información esta ahí, el marco epistemológico en forma de medicina basada en la evidencia (MBE) esta lanzado, las herramientas para gestionar la información también, pero en la que al final es difícil encontrar médicos que utilicen todos este mimbres para hacer un cesto útil en la práctica real.
El auge de la medicina basada en la evidencia conllevaría una gestión de la información necesaria para la toma de decisiones, pero todavía nos sabemos muy bien como «gestionar esta gestión». La «evidencia» y sus divertidas «jerarquías», los ensayos clínicos apelotonados en las escasamente glamourosas bases de datos, la revisiones de la «librería» Cochrane, las inefables guías de practica clínica, han devenido en nuevas fuentes del saber médico que derriban a los antiguos ídolos (libros, y expertos) pero que no acaban de encontrar su lugar natural. Se olvida que su misión no era sustituir (solo) a las viejas fuentes del conocimiento médico, la misión era facilitar la llegada de la información a la consulta, al punto de atención que dicen los americanos. Su misión era cumplir esa ecuación de la información, magníficamente formulada por Shaughnessy en la que se consideraba que la utilidad de la información estaba mediada por la ecuación relevancia por validez o fiabilidad, divida por el esfuerzo o trabajo para acceder a ella. La MBE convierte la validez en un valor principal que debe impregnar las fuentes de información, pero la ecuación es clara, el «esfuerzo» esta en el denominador de tal forma que su exceso o ausencia será la clave que aumente o disminuya la utilidad de la información. Al fin y al cabo, no es más que aplicar a la utilización de la información la regla del comportamiento humano de obtener los máximos resultados con la menor cantidad de esfuerzo posible, y en medicina de familia este esfuerzo es trabajo, pero también y sobre todo es tiempo, tiempo que una practica académica de la MBE no solo disminuye sino que incrementa.