Bloqueantes

Cuando por fin el servicio sanitario autonómico decidió introducir un sistema de ayuda a la toma de decisiones en el módulo de prescripción (MUP), no le acompañó la suerte. Con cierto retraso con respecto a regiones menos «importantes», el MUP, más que ayudar, se convertía en un incordio al tener que traspasar y leer una serie de mensajes sobre contraindicaciones e interacciones de los medicamentos, pocas veces relevantes y casi nunca adaptados al contexto.

Era una especie de martirio que, por fortuna, se solventaba con olvidos cognitivos y atención selectiva.

Con todo, lo peor venía del nombre con que se designaba los tipos de alerta en función de su gravedad: alertas no bloqueantes y alertas bloqueantes. Las primeras serían aquellas que se debían tener en cuenta, pero que no impedían la prescripción, mientras que las segundas no dejaban que se finalizara el proceso hasta que no se resolvieran por parte del prescriptor.

Toda una subliminal declaración de intenciones.

No, no se podían haber clasificado por colores tipo semáforo y/o con denominaciones amables como “supervise la combinación” o “considere la modificación del tratamiento” o incluso “evite este medicamento en la condición x o simultanearlo con el medicamento y”. La nomenclatura no nacía de un concepto de ayuda, sino de una jerarquía que “bloqueaba” o no tu actuación y razonamiento según unos criterios opacos y no explícitos.

Un Comentario

  1. Avatar de jtouso
    jtouso

    ¡¡Rafa!!

    ¡¡La importancia de las palabras!! ¡Qué poder tienen! ¡Cuánto dicen de quién las usa!

    Pues sí, hay «deslices» o «lapsus» que se cuelan y nos dan mucha, mucha información sobre lo pensado realmente y no dicho o, dicho de forma subliminal.

    Gracias por tu entrada.

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