“Mear claro y recio, deja al médico por necio.”
Aunque con poca convicción, es un clásico recomendar mantener una ingesta adecuada de líquidos como medio de prevenir las infecciones urinarias, especialmente las de repetición. En una revisión reciente se recomendaba, junto con otras medidas generales; no se reconocía evidencia alguna que la respaldase, pero tenía en cuenta su bajo costo y la carencia de efectos secundarios.
No nos gusta demasiado esa actitud de «total, qué más da» y siempre estamos atentos a cualquier estudio que pueda apoyar o refutar estas prácticas aparentemente inocuas que solo se apoyan en asunciones endebles o en el «siempre se ha hecho así». Por fortuna se han empezado a publicar artículos que, en este caso, refuerzan la costumbre: es el caso de un ensayo clínico publicado en 2018 en la revista JAMA Internal Medicine que concluyó que el aumento de la ingesta de agua es una estrategia eficaz para prevenir la cistitis de repetición en mujeres premenopáusicas con riesgo de recurrencia y que no beben un volumen diario suficiente de líquidos.
Más recientemente, una revisión sistemática publicada en la revista de los médicos generales ingleses abordaba la misma cuestión. Esta revisión tiene un doble interés: el propiamente clínico, donde con algunos problemas de heterogeneidad y de significación estadística apoya la tesis de la hidratación, y un interés metodológico, ya que es una revisión sistemática con metanálisis realizado en un tiempo récord gracias a la utilización de herramientas que automatizan algunas de las mecánicas tareas que conlleva hacer este tipo de revisiones.
Publicado en Bravo Toledo R. Nuestra mente nos engaña. AMF 2020; 16(4): 239-240