El ventolín de Pocholo
«Es ponerle el ventolín y el niño parece Pocholo en Ibiza» Fabiani F. Vengo de urgencias. 2018
La práctica de la medicina como otras muchas profesiones donde la interacción social es importante y necesaria es un auténtico filón de anécdotas y sucedidos que animan cualquier conversación entre médicos. Con mucho cuidado para no caer en lo tabernario, o en lo que podría considerarse una falta de respeto hacia las pacientes, estas historias pueden y deben salir del ámbito profesional y trasladarse al gran público. Es difícil de lograr, no debemos olvidar que los pacientes son individuos, que pasan por una situación de indefensión y fragilidad que da la propia enfermedad, real o imaginaria, tampoco tienen porqué conocer muchos de los abstrusos términos que jalonan el “habla” médica, ni estar al corriente de nombres de medicamentos o técnicas diagnósticas incomprensibles, incluso para nosotros.
Esto no es motivo de broma y menos aún de escarnio.
Por eso, cuando un médico, con respeto y cariño lo consigue, es digno de reconocimiento. Hace unos años triunfó en el empeño José Ignacio de Arana con su best seller Diga 33, y ahora lo esta empezando a disfrutar el médico sevillano Fernando Fabiani con su Vengo de urgencias. He visto urgencias que no creeríais.
Como quiera que tengo conflicto de interés al ser tuitamigo de Fernando y por tener el libro de válvula, he pasado la responsabilidad hacer un comentario sobre el libro a otra persona, y quien mejor que las dos que tengo a lado y que no paraban de reír mientras lo leían.
Crítica «entregá»
Estoy doblemente agradecida a Fernando Fabiani por este (su segundo) libro: Vengo de urgencias. He visto urgencias que no creeríais. Las razones son dos: por un lado, la lectura me ha hecho pasar buenos momentos de risas; mejor dicho, de carcajadas. Por otro, Gonzalo: un adolescente de 13 años, al oírme reír no tuvo más remedio que acercarse y unirse a la lectura.
Todo un planazo: que tu hijo adolescente suelte las manos de cualquier dispositivo que le permita jugar a un videojuego; además, que se interese y se siente contigo a leer un libro en soporte papel y que, para colmo, le guste ¡un lujazo ¡Mi enhorabuena Fernando ¡
Aunque no soy profesional sanitario si he desarrollado mi trabajo durante muchos años en hospitales. Todo lo que cuentas en el libro (con un impresionante sentido del humor) es cierto … ¡y más ¡, efectivamente, como bien dices: “urgencias que no creeríais”.
El libro, apto (y recomendable) para todos los públicos, presenta al Dr. Teo Jarcia en urgencias y a los diferentes figurantes de una consulta médica (ya sea urgente o no): los residentes, los adjuntos, los pacientes y los acompañantes (familiares -o no- de los pacientes). Cada uno con sus circunstancias y peculiaridades. Un buen espejo en el que mirarse cuando uno se encuentre en una circunstancia parecida.
Lo que más me ha llamado la atención es: el lenguaje tan diferente que utilizamos los pacientes (seccion: “dijo el paciente…”) y los médicos (anexo II: cómo entender un informe médico (con tanta sigla) ¡cómo somos capaces de entendernos ¡
Lo del chocolate … ¡lo dejamos para otra ocasión ¡
Azucena y Gonzalo