más allá del individuo or when Cofiño met Roseto ..
En el capítulo introductorio de su libro Fueras de serie (Outliers) el periodista Malcolm Gladwell cuenta la historia de Roseto, un pueblo de Pensilvania, fundado y habitado por emigrantes italianos procedentes del pueblo homónimo de la provincia de la Foggia.
El Roseto americano tenía una peculiaridad: “su gente solo se moría de vieja”. Eso fue al menos lo que lo contó uno de los médicos locales a Stewart Wolf, a la sazón catedrático de Medicina Interna de la Universidad de Oklahoma, mientras departían tras la conferencia a la que había sido invitado Wolf por la sociedad médica local, a finales de los 50.
Las temidas enfermedades cardiovasculares eran la primera causa de mortalidad en los varones menores de 65 años en una época en la que todavía no se había encontrado tratamiento. Las medidas que las pudieran prevenir eran poco conocidas. Sin embargo los habitantes de Roseto parecían inmunes a este problema y Wolf, que ya tenía experiencia e interés por las «otras» causas de las enfermedades, se sintió intrigado hasta tal punto que comenzó un estudio poblacional para comprobar las sospechas de los médicos locales.
Los resultados asombraron a todos, prácticamente ninguno de los Rosetinos varones menores de cincuenta y cinco años había muerto de cardiopatía isquémica. En los varones mayores la tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares era la mitad de la media de los Estados Unidos. Pero lo mejor de todo vino después, cuando tras múltiples entrevistas con la gente del pueblo observaron que las tasa de alcoholismo, suicidios, ulcera pépticas eran prácticamente nulas, tampoco había drogadicción, ni apenas delincuencia.
El médico del pueblo tenía razón: la gente solo se moría de vieja.
Faltaba conocer las causas de esa buena salud de la población y Wolf a lo largo de los años persiguió con ahínco conocerla. Las investigaciones enseguida descartaron causas obvias como la dieta o el ejercicio, pese a su origen italiano los hábitos de los habitantes de Roseto, no se diferenciaban mucho de la habitual en otras regiones del país. También se descartó la herencia, los rosetinos italianos que habían emigrado a otros lugares de los Estado Unidos se morían como los americanos.
¿Era entonces la geografía la que explicaría estas diferencias? Tampoco, los habitantes de pueblos vecinos morían como el resto.
Tras múltiples rodeos, estudios e investigaciones, basto con pasear por el pueblo, para encontrar una hipótesis razonable. Lo que tenía Roseto, que no tenían las demás ciudades del contorno, era una estructura social única donde la familia, las tradiciones, la solidaridad y el igualitarismo primaban por encima de otros valores.
Esto era lo que hacía diferente a Roseto.
Wolf y el sociólogo Jhon Bruhn con el que trabajaría en estrecha colaboración desde el principio, intentaron explicarlo a la comunidad médica con éxito variable: nadie estaba acostumbrado a pensar en la salud en términos comunitarios.
La historia de Roseto continúo…. 25 y 50 años más tarde
Dedicado a Rafa Cofiño
Muchas gracias, Rafa, por recordarnos la historia de Roseto (que ya nos contó Pilar Arastey en su blog «Caminos que no llevan a Roma» hace un par de años… Porque ese vital aspecto de la persona (el familiar, el social), como los productos agrícolas o las tareas manuales, está poco valorado y no es objeto de premios ni publicaciones, habitualmente… Un abrazo.
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Los médicos tendríamos que mirar más hacia la psicología, sociología, educación, prevención prenatal y generacional. En fin ser menos arrogantes y ser Integrativos. Es evidente que la «medicina» tiene muy pocas respuestas, las cuales, curiosamente, se conocen perfectamente de manera intuitiva en muchas otras maneras de tratar la personalidad bio-psico-social. Santi.
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Fantástica la historia Rafa. Mira qué bueno lo que cuenta Ichiro Kawachi sobre los porches de Roseto http://www.hsph.harvard.edu/news/multimedia-article/video-social-capital-and-health/
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Reblogueó esto en salud comunitaria.
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La historia de roseto… genial e inspirador.
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