un médico de pueblo
El Dr. Henry Edward Roberts, fallecio hace cuatro dias. Ed Roberts fue el fundador y presidente de Micro Instrumentation and Telemetry Systems que fabricó el Altair 8800 considerado como el primer ordenador personal del mundo.
Segun Gates y Allen fundadores de Microsoft y amigos de Roberts* han comentado que «Ed es realmente un pionero en la revolución del ordenador personal, y no siempre recibió el reconocimiento que merecía. Era un hombre intenso, con un gran sentido del humor, y siempre se preocupaba mucho por la gente que trabajaba para él, incluidos nosotros».
Pero lo mas sobresaliente de su biografía desde nuestra optica, es que una vez que vendió su empresa en 1977 se retiró a una zona rural del sur de los Estados Unidos, donde estudió medicina y se convirtió en una médico de un pequeño pueblo donde ejercio hasta su muerte este primero de abril
* En 1975 Roberts escribió un artículo en la revista Popular Electronics en el que hablaba del Altair 8800 0, artículo que Bill Gates leyó y quedó fascinado, hasta el punto que el y su colega Allen contactaron con Roberts para escribir un intérprete de BASIC para el Altair y este los ficho para su empresa, MIT, de donde salieron para fundar Microsoft.
Primum non nocere 2025 
Hay gente para todo. A mí me hubiera gustado hacer el camino a la inversa. De un simple médico de familia, pasar a ser fundador de una empresa informática que diseñara un ordenador pionero. En fin, que no estamos a gusto del todo con lo que tenemos.
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Vemos que existen muchas celebridades influyentes que en algún momento han tenido relación con nuestra profesión médica. Desde políticos a ingenieros y, como no, científicos. En la variedad está la calidad.
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Lo increible es que un señor tan inteligente eligiera como especilidad «tranquila» la de medico de familia.
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Con este Doctor ha pasado como con otros grandes talentos, que cuando se mueren es cuando nos damos cuenta de lo importantes que han sido, aquí en España hay grandes talentos que no se merecen que se les recorte los presupuestos de investigación.
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Y lo más interesante de la necrológica que publicaba «El País» era que, en una entrevista al final de su vida, reconocía que lo mejor que había hecho en su vida era ayudar y curar a la gente de su pueblo.
Una bonita vida y una mejor historia para contar
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