Capacidad de respuesta de la atención primaria (III)

Gérvas J, Pané Menab O, Sicras Mainar A y Seminario Innovación en Atención Primaria 2006. Capacidad de respuesta de la atención primaria y buena reputación profesional, algo más que buen trabajo clínico. Med Clin (Barc). 2007;128(14):540-4

La integración de servicios de atención primaria y de atención especializada, ¿puede mejorar la capacidad de respuesta de la primera?

Al ciudadano con un problema de salud no le interesa la organización de los servicios sanitarios, ni en niveles ni en equipos; lo que le interesa es que se solucione pronto y bien su problema, lo más cerca de su domicilio. Por ello, los servicios sanitarios deberían estar coordinados, para que la atención primaria tenga el máximo de capacidad de res puesta.

Lo lógico es la asignación territorial integrada de recursos, según capitación corregida por complejidad de problemas de salud (y dispersión geográfica, degradación social y otros indicadores de mayor consumo de recursos). Por ejemplo, los recursos para el tratamiento y seguimiento de la insuficiencia cardíaca se atribuyen a los servicios que los presten, y evitar ingresos y muertes a este respecto se utiliza como indicador de efectividad.

Una atención especializada volcada hacia la primaria y las necesidades de los pacientes puede aumentar la capacidad de respuesta de los médicos generales (y su reputación), fundamentalmente por la mejora de las relaciones interpersonales, por la formación espontánea de redes y por la cooperación profesional. Aquí es fundamental la actuación catalizadora de la gerencia, que no precisa tanto de una única jerarquía como de una única voluntad para promover soluciones al servicio del ciudadano, y evitar colas, repetición de pruebas, desconfianza mutua el coste y los riesgos de los ingresos hospitalarios innecesarios.

En ausencia de reglas claras y de incentivos para la sustitución de servicios, la integración de la atención primaria y la especializada puede jugar a favor del hospital, dada la habitual diferencia de tamaño, funcional y estructural. Por ello conviene asegurar objetivos comunes y evitar perversiones. Por ejemplo, evitar la prestación sistemática de servicios paliativos en urgencias hospitalarias, cuando corresponden a la atención primaria (y a los profesionales «naturales» de la misma), salvo excepciones.

La integración armónica es posible, y hay ejemplos de integración jerárquica y de integración en red, bien para disminuir colas y mejorar el diagnóstico en cirugía, bien para llevar a los centros de salud los especialistas como consultores, y otros. Todo ello redunda en beneficio para el paciente y en capacidad de respuesta, crédito y reputación para los médicos de familia y para el sistema en que trabajan.

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