El planeta de los médicos de familia

Las administraciones sanitarias han encontrado en la medicina de familia una especialidad tímida, a menudo demasiado sumisa y bienmandada. Es hora de que eso cambie si quiere sobrevivir.

Sergio Minue. Gerente Demediado, entrada 15/4/2016.

Con algo más que inquietud Nova (Linda Harrison) borraba apresuradamente las letras que Taylor (Charlton Heston) había escrito en la arena de su jaula. A pesar de representar una degeneración muda de la raza humana, Nova todavía conservaba ese instinto de supervivencia que recomienda no mostrar signos de inteligencia. eso124Quería a Taylor y por eso le protegía de sí mismo, sabía que un humano que supiera hacer signos en la arena era algo que podía acarrearles muchos problemas ante los simios, su captores y dueños.

Como en el planeta de los simios, cada vez que algún medico de familia muestre signos de rebeldía, será acallado por compañeros que correrán sumisos a “borrar” cualquier rastro de reivindicación de su labor. Por ideología, estulticia, vaguería o simplemente porque “no les va el rollo” creen que cualquier intento de modificar el statu quo es peligroso y no deseable. Con las excusa de la equidad y supervivencia del sistema se accede a realizar tareas, no solo que nadie quiere hacer, sino que nadie debería hacer. Todo ello impuesto por una casta dirigente burocrática y traidora a sus orígenes. Se  consuma así el desgaste e ignominia de lo que la especialidad quiso algún día representar.

Lo “mejor para el paciente” y “el paciente no tiene la culpa» no son más que frases hechas para doblegar emocionalmente cualquier resistencia inteligente. Se origina en los que olvidan que lo que el paciente necesita no es un médico sumiso, sino un médico bien considerado, tratado y con capacidad de acción. Lo del eje de y puerta de entrada del sistema ya no se lo cree nadie, a excepción de algunos cursis que se empeñan en trasmitir utopías para engañar a las nuevas generaciones. Cada vez somos menos “tu medico” y más el médico de la gerencia, de la inspección, de las empresas, del hospital, de la consejería, de ministerios diversos. Todo entra dentro de un sueldo exiguo en relación con la cualificación, pero proporcionado al escaso horario que dedicamos y a las tonterías que hacemos.eso118

Lo de liderazgo de la atención primaria suena  a sarcasmo en boca de nuestros políticos y melifluo en las fauces de unas sociedades, foros o sindicatos enfangados en la cocina del poder político, a la espera de unas migajas que insuflen raciocinio en la gestión de la atención primaria. Eso cuando no, enganchados a  las generosas ubres de la industria farmacéutica como único modo de subsistir. Poco liderazgo hay cuando, por ejemplo, no se puede organizar tu propia agenda, intervenir el gestión de tu centro, acceder a los datos que generas, pedir determinadas pruebas diagnósticas, recetar ciertos medicamentos, utilizar recursos sociosanitarios o simplemente pedir un ambulancia para trasladar a un enfermo. En la mayoría de los casos no se permite directamente, en otros se debe pasar el filtro de otros especialistas, puestos intermedios, directores o mejor, capataces, y demás ralea creados a mayor gloria de la cronicidad y con la excusa de la coordinación.

Como se ha visto con las escasas reivindicaciones de la medicina familiar que han surgido en los últimos años, todas o casi todas de iniciativa particular, eso116la mano de nuestra propia especie, esta dispuesta a borrar cualquier indicio de  inteligencia y resistencia. Los políticos no necesitan ni mancharse, cuentan con fieles y alelados acólitos prestos a ensuciarse las manos que saben que así, todos estaremos más tranquilos en el campo personal  y ideológico

La única esperanza es que como en el planeta de los simios, Nova en un momento determinado pueda hablar y grite “Taylorrrrrrrrr”.

Un Comentario

  1. Pascual Solanas

    Querido Rafa,

    Estoy muy de acuerdo en que nuestra especialidad ha devenido en una especialidad sumisa. Me gustaría, de todos modos, hacer unas consideraciones a tu comentario:

    1. Sobre «el escaso horario dedicado». Yo no sé tú, pero en mi caso trabajo de 08.00 a15.00 los días de mañana y de 13.00 a 20.00 los de tarde, de lunes a viernes. Además, como no me da para informes y otros menesteres, dos días a la semana estoy dos horas más, sin contar los días que a la hora de finalización, aún estoy en ello. Además, debo presentar un informe anual sobre las actividades formativas y de investigación realizadas, que pactamos para evitar un incremento de horario pues de hecho, ya dedicamos más de 40 horas a la semana. De guardias, ni hablo, en mi zona obligatorias hasta los 50 y después a veces también por el exiguo sueldo que tú comentas (totalmente de acuerdo).
    2. Es cierto que tenemos un problema de sumisión, pero creo que tenemos «el enemigo en casa». Aunque estoy en una situación quizá bastante mejor que otros centros que veo, incluso en mi entorno (tengo control sobre mi agenda, y puedo pedir bastantes pruebas, aunque no todas y las demoras son intolerables), sigo siendo bastante combativo en mi centro. Sin embargo, en muchas ocasiones, no gozo del acuerdo de todos mis compañeros, lo que es aprovechado por las gerencias para decir que «son cosas de vosotros cuatro, el resto del equipo no está de acuerdo…». Hay gente muy acomodada, a la que le va muy bien dejar de ver pacientes terminales, que los pacientes con enfermedades avanzadas e inestables pasen a ser «controlados» (sobre esta palabra podríamos hablar mucho) por equipos de base hospitalaria (aunque digan que son de primaria)… la pérdida, en definitiva, de la razón de ser.

    La cuestión es, ¿Qué podemos hacer?.
    Cuando hace 24 años empecé la residencia, recuerdo a mis tutores y a muchos profesionales ilusionados, que empezaron este proyecto de una Medicina de Familia en España, y que ya llevaban unos años desarrollándolo. Gente ilusionada, quizá demasiado capaz de darse hacia la sociedad, sin haber asegurado unas garantías a altos niveles. En cualquier caso, pienso que se hizo una gran labor y que muchas de esas personas deberían recibir un reconocimiento mayor del que seguro que se les ofrecerá o ha ofrecido. En este momento, echo en falta la ilusión y creo que deberíamos hacer un esfuerzo para ilusionar a los médicos jóvenes y a los residentes para atreverse también a exigir. Es cierto que las condiciones son difíciles y seguro que hay casos donde no se puede hacer, pero los que tenemos la suerte de tener un trabajo estable deberíamos exigir mejores condiciones para nuestros compañeros y oponernos a modificaciones de la asistencia en muchos casos absurdas. Para eso, deberíamos salir del centro (aunque no sea sólo en el sentido físico) y denunciar lo que sucede a la población. No es simple, pero existe la posibilidad. Los pacientes conocen nuestro trabajo y nos valoran, son ellos los que pueden exigir que ciertas cosas no cambien y que otras lo hagan por su bien. Debemos pedir colaboración a las sociedades científicas para recibir un correcto asesoramiento, pero hemos de conseguir más visualización y recuperar un orgullo, que aunque no se ha perdido nunca del todo, quizá se ha visto mermado.

    Un fuerte abrazo.

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  2. Pingback: El planeta de los médicos de familia – holadoctorfigueroa
  3. Rafa Cofiño

    Correcto. Y muy de acuerdo con los planteamientos de Pascual. Creo que el fracaso es multinivel ahora mismo y las soluciones han de ser multinivel también.
    Visto desde fuera (y no muy desde fuera tampoco) hay dos elementos claves: hay que generar alianzas con los otros sectores de atención primaria y hay que alcanzar puestos de poder donde se tomen decisiones organizativas y presupuestarias.

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  4. Carmen Cerezo

    Mas puestos de poder no por favor.Ya sabemos que el poder corrompe.Lo que hay qud pedir es trabajar de manera digna y con sueldos acorde a la categoria profesional qud tenemos.Creo que tenemos ddrecho a ser parte del centro del sistema sanitario y no solo los pacientes.

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  5. angelruiztellez

    Reiteras y constatas, Rafa B., el mito de la Caverna de Platón, al que no le hace falta autoridad externa. Basta la servidumbre voluntaria, internamente abrazada, para seguir manteniéndolos a todos en la húmeda e insana oscuridad, aparentemente segura. El médico de Familia está tocado de muerte, de enfermedad moral, hace años, que simplemente se amplifica en el momento en el que adquiere cargo de relevancia, consejeros, presidentes, por lo que su presencia solo mantiene, si no agrava el modelo cavernario inercial. El ejercicio de decir “No”, en el médico de familia, como profesional, directivo o político, está muy lejos del modus operandi nacional. La lista de renuncias a la propia autoridad es muy larga en renglones y en tiempo. La salida es posible, evidentemente, pero precisa saber hacia adónde ir. Y aquí comienza el problema, porque a la pregunta de “¿De qué va tu negocio?”, que, reiteradamente, realizo a los Directivos, Directores y Profesionales, con los que me cruzo, es tan variopinta como interlocutores hallo y tan desalentadora. No se sabe. 100 interlocutores, 100 respuestas. Al político que usa a la sanidad como “bien de cambio”, no le puede ir mejor. Nada ni nadie de la profesión le interrumpirá la siesta.
    Solo un dato. El modelo actual es un Ecosistema de Sistemas (uno por profesional). No hay ningún Sistema. Las diferencias de Accesibilidad a las Necesidades Sanitarias Existentes, por cupo, es decir, a los problemas existentes en base epidemiológica y poblacional del cupo que logramos atender al año, son del 500%, puerta con puerta y las diferencias de Efectividad-Coste, puerta con puerta, del casi 1000%, a poblaciones estandarizadas, puerta con puerta. Nuestro modelo está afianzado sobre la Inequidad.
    Sí que hay soluciones en el Sistema y dentro del sistema. Solo hay que medir el 100% de la actividad y consumo, respecto a lo que Existe (no basta con hacer lo que se hace, creyendo que se hace lo que habría de hacerse), identificar a los excelentes, invisibles y hartos de tanto mediocre, y copiarles qué y cómo lo hacen.
    ART

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  6. Ángel Comas

    Nuestro exceso de compromiso o de lealtad al sistema es nuestro talón de Aquiles.
    Copio una cita muy oportuna del libro Herrumbrosas lanzas, de Juan Benet edición Alfaguara 1998, página 142:
    «… Lealtad, una virtud que siendo difícil de sustituir nunca resulta demasiado costosa de sacrificar; precisamente porque del leal se espera que siga siendo leal incluso tras haber sido traicionado»

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