vitaminas de cariño

Ayer me dijo la madre de una paciente: “una sonrisa  y unas buenas palabras como las que nos acaba de regalar, valen mucho más que muchas medicinas”. Creo que tenía razón pero no por el tópico sentimentaloide al uso, sino por otros dos motivos: el primero porque en verdad es difícil esbozar una sonrisa al final del día a una paciente sin cita. Sobre todo tras ver más de cuarenta, pelearse con dos o tres, firmar chiquicientas recetas y atender doce pseudourgencias.  La colusión de (malos) intereses entre la administración sanitaria, que da vacaciones en lugar de dinero, y unos profesionales engolfados en un sistema perverso (se aguanta lo que sea con tal de ausentarse el día que prefieras) hace que en estas fechas: el lío, la (des)atención y el semicaos sean la norma en los centros de salud.

El segundo motivo es que se va demostrando el efecto terapéutico de la relación entre médico y paciente, tanta veces comentado y ensalzado, pero pocas demostrado con resultados en salud. Un estudio publicado en la revista Family Medicine, muestra que existe una relación entre la capacidad de empatía de los médicos durante la consulta y la intensidad y duración de los síntomas del resfriado. En Practitioner Empathy and the Duration of the Common Cold y como parte del ensayo PEP (Physician, Echinacea, and Placebo Trial) se aleatorizaron trescientos cincuenta pacientes mayores de doce años con resfriado común a dos grupos: uno  que recibía durante la consulta un trato estándar y un grupo con un tipo de consulta en la que se intentaba aumentar la empatía por parte del médico. Cada paciente calificó la consulta de acuerdo a un cuestionario específico para valorar la empatía durante la consulta (Consultation and Relational Empathy-CARE-) y los médicos contestaron a un cuestionario de dos preguntas para evaluar su satisfacción con la consulta y con el paciente. Por otro lado y como medidas de resultado se evaluaron la intensidad de los síntomas de resfriado mediante cuestionarios auto-administrados, la duración de estos síntomas y la realización de lavado nasal para medir la interleuquina 8 (IL-8).

Los resultados mostraron que en las personas  que daban la puntuación máxima en el cuestionario CARE (puntuación de 50) la duración del resfriado fue más corta (media de 7,10 días frente a 8,01 días), y hubo una tendencia (sin significación estadística) hacia una menor gravedad  de los síntomas y a una mayor concentración en los niveles de IL-8. Estos resultados se mantenían tras considerar posibles variables de confusión. La conclusión de los autores es que la empatía del clínico, según la percepción de los pacientes con resfriado común, predice de manera significativa la duración y la gravedad posterior de la enfermedad y se asocia con cambios en el sistema inmunológico.

Qué pena que no se haya evaluado para la gripe A, aunque se intuye que los resultados serían parecidos a los del tamiflu de la narices. Entre lo que se hubiera ahorrado en medicamentos y “escupideras” habría dado para conseguir más médicos, más empáticos y más simpáticos que es todo lo contrario a estar sobrecargado, ninguneado y cabreado como estamos los médicos de atención primaria en estas fechas y especialmente en Madrid

Un Comentario

  1. Aitor - SomosMedicina

    Vamos, que en cinco miserables minutos no se puede, ni atender al paciente, ni curar al paciente. Por mucho que nos empeñemos en añadir pastillas más y más potentes para cualquier dolencia/enfermedad.

    Muchas gracias por descubrirme este artículo. Es un ámbito de investigación muy interesante.

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  2. Montse

    Lo primero GRACIAS por plasmar nuestra situación actual… la verdad es que es deprimente…

    Lo segundo, siempre me ha interesado ese tipo de artículos pero apenas hay, no??, todos los artículos que se publican en algunas revistas son casi sobre lo mismo, yo creo que para hacer curriculum (por supuesto no se puede generalizar), a mí se me van los ojos cuando leo algún artículo «mas humano» pero hay pocos. Un día le comenté a un compañero que me gustaría hacer algo pero mas humano pero a mí no se me ocurre nada…La verdad es que no tengo ni idea de cómo…

    Gracias por tu Blog

    Montse

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    • compi1

      Para mejorar el trato con el paciente, como tú dices, a mí me ha dado buenos resultados la metodología del counseling, adaptada por supuesto al ámbito en que te mueves. Prueba a teclear la palabra en google, quizás eso te de alguna idea. En las consultas farmacéuticas es lo que más estamos usando.

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  3. Isabel Vázquez

    Es importante potenciar la relación médico-paciente (sin llegar al paternalismo ) aunque con 5 minutos por consulta, poco podemos hacer. Muchas veces hay pacientes que vienen muchas veces a consulta, que si cefalea, que si me mareo, etc, sólo cuando le preguntas:¿ Tiene últimante preocupaciones?, no se podemos tirar del hilo del ovillo para poder sacar relamente una «causa» a esos mareos, esas cefaleas.

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  4. Cristóbal

    “una sonrisa y unas buenas palabras como las que nos acaba de regalar, valen mucho más que muchas medicinas”…

    Totalmente cierto. Es complicado en contextos como los que padecemos en AP, pero una sonrisa, o un apretón de manos, o un trato personal cuidado, es tan importante o más que cualquier medicamento.

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  5. enrique

    Curioso el estudio. Me gusta que se investiguen estas cosas, creo que es imprescindible hacer investigación sobre cuestiones ligadas y pegaditas a la práctica clínica, y sobre todo en cosas tan importantes y necesarias como la empatía.
    Sin embargo, déjame Rafa que sea un poco crítico con el estudio. Es un ejercicio teórico muy interesante, pero es sólo teórico.
    Resulta que el grupo de intervención (entrevista clínica empática) debía tener una puntuación de 10 en empatía. Lo cual no es fácil, o sea, hay que hacer verdaderos esfuerzos para conseguirlo. No nos dicen la duración de las entrevistas de uno y otro grupo. Lo que planteo es que no sé si vale la pena volcarnos nuestros esfuerzos empáticos en pacientes jóvenes (la media de estos era de 33 años) con un simple resfriado cuya tasa de complicaciones es bajísima, cuando posiblemente la misma carga emocionalmente positiva la podríamos emplear en pacientes más vulnerables o más necesitados y con resultados más importantes. Quizá. No sé qué pensáis de ello.
    Lo cual no quita que haya que tener en cuenta el estudio, porque casi todas las escasas evidencias procedentes de ensayos clínicos respecto a la comunicación médico-paciente resultan favorables a la intervención en resultados en los que interviene la emoción y los sentimientos (por ejemplo, morbilidad psiquiátrica), siendo más pobre para enfermedades de fondo más «biológico».
    Un abrazo,

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